Ya puso fecha Donald Trump. El sábado 1º de febrero entrarán en vigor tarifas a las exportaciones de México y Canadá hacia Estados Unidos. Muchos economistas y analistas han estado diciendo que Trump no va a poner estas tarifas porque serían un impuesto a los consumidores estadounidenses y por ello no le convendría. Sin embargo, ayer la vocera presidencial, Karoline Leavitt, reiteró en rueda de prensa que los aranceles siguen sobre la mesa ante lo que Trump considera falta de ayuda de México y Canadá en contener los flujos irregulares de migrantes y fentanilo.
¿Por qué está dispuesto Trump a darse un balazo en el pie –o quizás en alguna otra parte del cuerpo más dolorosa– ante la evidencia de que sería un error? Y ¿por qué lo está haciendo en contra de sus socios comerciales más importantes? Además ¿cómo es esto lógico si al mismo tiempo quiere avanzar su guerra comercial con China? El sentido común diría que lo mejor para Trump y Estados Unidos sería fortalecer sus lazos con sus aliados más importantes y así debilitar a China, que es quien le está compitiendo por el poderío global.
Pues… hay un argumento que posiblemente sea el que esté impulsando a Trump por el camino tarifario. En la edición de diciembre de Foreign Affairs, el profesor de finanzas de la Universidad de Pekín, Michael Pettis, escribe que las tarifas podrían ayudar a la economía de Estados Unidos. Pettis no es cercanísimo a Trump pero sí está siendo usado por algunos MAGA’s para justificar esta implementación de tarifas.
Las tarifas, escribe Pettis, son un impuesto al consumo y un subsidio para los productores locales del mismo producto. Por ello, las tarifas de Trump no necesariamente van a ser malas para la economía estadounidense. De hecho, pueden incentivar el ahorro y la producción doméstica.
El punto de partida es que hoy los estadounidenses consumen demasiado, mucho más de lo que producen. Por ello deben importar esta diferencia. Así, al poner tarifas se impondría un impuesto al consumo que además serviría como subsidio a la producción. Las tarifas podrían de esta forma generar un aumento en el PIB, resultando en más empleos, mayores salarios y menor deuda.
La tesis de Pettis ha agarrado tanta tracción que ha sido comentada tanto por partidarios como por detractores. Entre los partidarios está Kenneth Austin, economista que trabajó en el Departamento del Tesoro, quien argumenta que los países con superávit comercial deben reducir su exceso de ahorro y desequilibrios financieros para abordar los desequilibrios comerciales globales.
Hay muchísimos detractores de Pettis. Pero la opinión que me parece más interesante es la del ex columnista del New York Times, premio Nobel de Economía, Paul Krugman, quien hizo una publicación en Substack comentando a Pettis. Krugman reconoce la importancia de las ideas que plantea, pero mantiene una postura más cautelosa sobre la eficacia de las tarifas como solución a los desequilibrios comerciales.
Al final sabemos que Trump utiliza las tarifas como una herramienta transaccional y quizás le tenga sin cuidado todas estas discusiones académicas. Sin embargo, como sus intenciones generan reacciones, vale la pena que en México tengamos claras las distintas posturas que pueden alimentar la visión trumpista. Por lo pronto General Motors ya dijo que se está preparado para aumentar su producción en EU y reducirla en México y Canadá.
Los tiempos complejos para nuestro país, que depende tanto del comercio con Estados Unidos, parece que apenas comienzan.
@AnaPOrdorica www.anapaulaordorica.com