Bucarest, Rumanía.- Sigo sin entender qué ganan los que cuestionan quiénes están detrás de la movilización del sábado 15 de noviembre. Las motivaciones declaradas para salir a marchar fueron el hartazgo ante la inseguridad, la corrupción, la impunidad y en específico lo que generó tanta indignación fue el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. Parece que fue eso la gota que derramó el vaso de agua.

Con 26 homicidios por cada 100 mil habitantes, México está muy por encima del promedio mundial, que es de 5.8, y también por encima del promedio regional latinoamericano (19.6).

Esto nos coloca entre los países con una de las tasas más altas de homicidios del mundo. El hecho de que existan más de 125 mil desaparecidos añade otra dimensión de violencia. Implica impunidad, violencia organizada y desaparición forzada.

Desde la óptica de la demanda de seguridad de quienes marcharon estos números muestran que su exigencia no es un “malestar” menor sino una protesta fundada en una realidad estadística severa y persistente. Entonces ¿cómo pueden el gobierno y sus comentaristas pensar que es buena idea cuestionar la legitimidad de la marcha? ¿Cuestionar qué es lo que a la Generación Z le importa?

Si algo sorprende de México —a muchos mexicanos, pero a muchos extranjeros también— es la pasividad con la que reaccionamos (o la falta de reacción) a la creciente violencia. Ahora que me encuentro en un viaje con periodistas de otros países de América Latina en el Este de Europa, me preguntan varios de ellos qué es lo que ha ocurrido en México. Las imágenes de gases lacrimógenos y gente violentada en el Zócalo el sábado pasado han dado la vuelta al mundo.

La duda que yo y creo que no me equivoco cuando digo que otros también se hacían era: ¿En dónde está la indignación por los 200 mil homicidios y más de 53 mil desaparecidos en México que ocurrieron en el sexenio de López Obrador? Duda que se resolvió el sábado. Finalmente se tomaron las calles. Se vio indignación. La ciudadanía busca acciones y respuestas de los servidores públicos. La pregunta entonces no es ¿quiénes están detrás de la marcha del sábado sino por qué no se había visto esta indignación antes?

Además hay otra pregunta que la presidenta Sheinbaum debería poder responder. Antes de estar cuestionando quiénes convocaron la marcha, sería mejor para ella y para su gobierno entender quiénes están detrás del bloque negro. ¿Quiénes y por qué salieron a reventar una marcha que se convocó como un acto pacífico? ¿O es que el gobierno federal sabe y no quiere actuar en contra de ese bloque negro porque algunos de sus impulsores son cercanos al ‘movimiento’?

La violencia en el Zócalo, lejos de confirmar lo que la presidenta decía, que la marcha estaba convocada por bots, la contradice. Los bots no pueden salir a tirar las vallas metálicas de protección para Palacio Nacional. Lo que sí hizo la presencia de este bloque negro ha sido abonar un problema más para su Presidencia. A la violencia en Michoacán, Sinaloa y otros estados, ahora hay que sumar las dudas de quiénes son y por qué salieron los del llamado bloque negro a reventar la marcha.

Valdría la pena que en lugar de pensar si es la Generación Z la que impulsó la marcha o de estar pagando a plumas para que escriban columnas que mienten con gráficas sobre lo que esta generación busca, quiere o procura, mejor se investigue y se aclare quién es ese bloque negro que revienta marchas que hace que imágenes de un México desastroso circulen por el mundo cuando lo que se exigió el sábado tiene un sustento legítimo: seguridad para un país plagado de homicidios y desaparecidos.

@AnaPOrdorica

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