Las encuestas son fotografías de un momento. Dependiendo de la metodología pueden retratar esa realidad de manera más o menos precisa. Pero las encuestas no son lo mismo que una elección. Son una foto de una tendencia.
Si por las encuestas fuera, Hillary Clinton habría sido presidenta de Estados Unidos en 2016 y no Donald Trump. Gran Bretaña seguiría siendo integrante de la Unión Europea y al pueblo Palestino lo estaría gobernando Marwan Barghouti, en lugar de Mahmoud Abbas, quien las encuestas muestran solo lograría un 8 por ciento del voto si se llevaran a cabo elecciones en este momento.
Polonia ahora estaría gobernando por Jaroslaw Kaczynski del PiS, el populista Partido Ley y Justicia, que llevaba ocho años en el poder pretendiendo acapararlo todo de forma autocrática. Pero no. A pesar de una elección parlamentaria que tuvo una balanza claramente inclinada en favor del oficialismo, la votación masiva –la mayor desde las elecciones de 1919– logró arrebatarle el control al oficialismo para que Plataforma Cívica se uniera con Tercera Vía y Nueva Izquierda para conformar el gobierno que hoy encabeza Donald Tusk.
En Turquía, el partido del presidente Recep Tayiip Erdogan, el AKP, acaba de sufrir la derrota más fuerte en las elecciones locales en las dos décadas desde su llegada al poder. Fue el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP) el ganador que arrebató incluso la capital, Ankara, y Estambul, la ciudad de la que fue alcalde Erdogan. Fue un golpe similar a lo que le ocurrió a Andrés Manuel López Obrador en la CDMX en las intermedias del 2021.
En Estambul las encuestas marcaban empate técnico entre el candidato del AKP y el opositor, Ekrem Imamoglu. El resultado fue una victoria para Imamoglu con 11 puntos de ventaja. En Ankara la diferencia entre los candidatos, según las encuestas, era de 5 puntos. Al final ganó la oposición por más de 25 puntos. Esto ocurrió a pesar de que Erdogan mismo se involucró en las campañas y le inyectó dinero del erario para asegurar el triunfo de su partido. Y sin embargo, perdió.
En Argentina, lo mismo. Revisé once encuestas previas a la elección entre Milei y Sergio Massa y en ellas aparecía a veces arriba uno, a veces el otro. Cuando se enfrentaron en un debate, Massa arrasó con Milei. “El peronista Sergio Massa aporreó sin compasión durante dos horas a su rival, el ultra Javier Milei”, decía el diario El País en una nota publicada a menos de un mes de las elecciones. Al final, con todo y ese mal desempeño en el debate, Milei obtuvo 56 por ciento del voto y Massa se quedó 12 puntos atrás con 44 por ciento.
En todos estos casos las encuestas decían una cosa, la realidad fue otra. Aun cuando parecía que las elecciones ya estaban cantadas. Fueron victorias no anunciadas. Sorpresivas.
En política, como en el deporte, el juego no se acaba hasta que se acaba. Y en el caso de México, esa fecha es el 2 de junio.