“El que convoca a la violencia, se equivoca. El que alienta al odio, se equivoca. El que cree que la fuerza sustituye a la justicia, se equivoca. El que convoca una intervención extranjera, se equivoca. El que convoca, el que piense que aliándose con el exterior tendrá fuerza, se equivoca. El que cree que las mujeres somos débiles, se equivoca. El que cree que la Transformación duerme, se equivoca. El que piensa que las campañas de calumnias y mentiras hacen mella en el pueblo y en los jóvenes, se equivoca. El que piensa que el pueblo es tonto, se equivoca”.
Totalmente de acuerdo.
En todo esto, la Presidenta no se equivoca. Pero en otras cosas, sí.
Se equivocó al estigmatizar a algunos de los que convocaron a la marcha del sábado 15 de noviembre. A quienes no le parecieron Generación Z los llamó “chavorrucos”.
Se equivocó al intentar desprestigiarlos, ordenando una investigación político-policíaca de quienes supuestamente la planearon, la alentaron y anunciaron que participarían en ella, aunque luego no lo hicieran, y lo dio a conocer en la Mañanera, el instrumento de propaganda más relevante del actual y el anterior gobierno. (Lo que ofendió a quienes genuinamente lo hicieron).
Se equivocó al minimizar las auténticas expresiones de inconformidad y hartazgo de quienes no apoyan a su gobierno y se sienten lastimados por sus decisiones.
Se equivoca al pelusear a quienes no piensan como ella, aunque compartan su visión de que “por el bien de todos, primero los pobres”.
Se equivoca al creer que sus opositores están en desacuerdo porque perdieron privilegios. Quizás sí hay quien haya perdido, pero su trabajo, la casa que con tanto trabajo compraron, el crecimiento en su condición de vida, producto de su esfuerzo, y la esperanza de mejorar día a día.
Se equivoca al creer que la gente no resiente la inseguridad que hay en México.
Se equivoca al no aceptar cómo ha crecido la autoridad y la influencia de los grupos criminales en prácticamente todo el país.
Se equivocó al no atender su gobierno el grito de auxilio del expresidente municipal de Uruapan, Michoacán, y se equivocará más aún si cede a la temeridad de colgarle post mortem supuestas responsabilidades. Lo habría hecho antes de su asesinato, en todo caso.
Se equivoca al parecer omisa ante los innumerables señalamientos de corrupción de miembros del partido político que la llevó a la presidencia. (En su conferencia mañanera, insistirá en que se presenten pruebas. Totalmente de acuerdo, pero quien tiene todo para investigarlos es precisamente su gobierno).
Se equivoca al permitir que encumbrados morenistas la chamaqueen y se vanaglorien de hacerlo, como el impresentable “hermano” de YSQ.
La verdad es que son varias más las equivocaciones que ha cometido y que sería bueno que, al menos en introspección, las asumiera e hiciera un esfuerzo por corregirlas.
Es muy fácil señalar los errores ajenos, pero a diferencia de los ciudadanos, la PresidentA es la más alta servidora pública y por lo mismo enfrenta obligaciones distintas a los demás.
El buen juez por su casa comienza y sería muy sano que atendiera primero sus equivocaciones y que luego juzgue a los demás.
Nuestra PresidentA tiene varias cualidades y virtudes, pero su estrategia política deja que desear.
Sí, como dicen, vive encapsulada escuchando solamente a un ideólogo balín, pero perverso, y a un estratega/mercader que sigue haciendo su agosto, poco cambiará.
En una época en que con facilidad se invoca a los superhéroes, como Batman y Robin, permítame recurrir nuevamente a la máxima del Hombre Araña: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
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