Ante la veda impuesta por las autoridades electorales, el presidente Andrés Manuel López Obrador enfrenta la disyuntiva de cómo llenar las tres horas diarias de la Mañanera, sin ataques ni recuento de obras.
Este viernes, dio a conocer una lista de 16 puntos de “algunas de las cuestiones que los criterios jurisdiccionales han determinado que no se pueden realizar durante actos de gobierno o conferencias de prensa como las mañaneras, con la aclaración de que esta lista es enunciativa más no limitativa”, según el documento proyectado en la pantalla del Salón Tesorería.
Es un compendio de diversos criterios que, siendo sinceros, no los respetará. Aquí unas perlas:
• La información que se difunda como propaganda gubernamental deberá tener carácter institucional y tendrá que abstenerse de incluir frases, imágenes, voces o símbolos que pudieran ser constitutivos de propaganda política o electoral, o bien elementos de propaganda personalizada de servidor público alguno.
• En cualquier momento de las conferencias, incluido el periodo de preguntas y respuestas, los funcionarios públicos deberán abstenerse de difundir logros de gobierno, obra pública e, incluso, emitir información dirigida a incidir en las preferencias electorales de la ciudadanía.
• Los mensajes no deben aludir a alguna plataforma política, proyecto de gobierno o proceso electoral.
• Los mensajes no pueden emplearse para influir en las preferencias del elector; y, por tanto, no pueden tener muestras de apoyo o atacar a una candidatura, partido político o coalición.
• La Sala Superior ha considerado que el presidente no puede válidamente ni debe realizar expresiones externando su opinión a favor o en contra de los partidos políticos, ya que constituyen manifestaciones que contienen un mensaje claro de posicionamiento político y electoral a favor de un partido y en contra de las acciones o participación de otras fuerzas políticas, lo que vulnera los principios constitucionales de imparcialidad, neutralidad y equidad en la contienda dispuestos en la norma fundamental.
Ojalá que la respete.
Por lo pronto, para llenar espacios y no dejar vacíos, planteó que dedicará al menos 20 minutos al día a hablar de personajes históricos, como Hidalgo, Morelos, Juárez, Villa, Zapata, Madero y Lázaro Cárdenas.
Y para completar los otros 160 minutos, leerá partes de su libro más reciente ¡Gracias! (editorial Planeta), que comenzó a circular hace unos días.
El Presidente debe tener claro que los mexicanos no leen, en su mayoría. Y que las ventas de su libro no representan un número real de lectores.
Por eso le urge hacer llegar su mensaje de cualquier forma.
Según los datos más recientes del Módulo sobre Lectura del INEGI, en 2023, el porcentaje de la población de 18 años y más, que lee, fue de 68.5%, esto es 12.3 puntos porcentuales menos que en 2016.
Ese estudio revela también algo interesante: que la disminución de personas lectoras es gradual con la edad.
Esto quiere decir que de los grupos de 18 a 24 y de 25 a 34 años, ocho de cada 10 personas leen. Sin embargo, en el grupo de 65 años y más, seis de cada 10 personas son lectoras.
Y puntualiza: “Para los grupos de 18 a 24 y de 25 a 34 años, la lectura de las páginas de Internet, foros o blogs alcanzó 63.0 y 52.5 %, respectivamente, mientras que la lectura de libros fue menor, con 54.2 y 46.8%, respectivamente”.
Si ya de por sí estaba agotado ese modelo de “comunicación circular”, en estos tres meses sobrevivirá de manera artificial.