Como con el grito de “¡Al ladrón!, ¡al ladrón!” con que un delincuente quiere distraer las miradas sobre su persona para no ser atrapado in fraganti, integrantes del gobierno, en los tres poderes y en los tres niveles, han hecho parangón de esa exclamación para no ser señalados de promotores del nepotismo.
Ejemplo más claro no puede haber que el del expresidente contra el Poder Judicial, y con ello impulsar una reforma que tiene a la Corte a punto de convertirse en la Suprema Carpa de Justicia de la Nación, para no hacer frente a los casos de sus familiares involucrados en puestos y actividades gubernamentales.
Retomo el tema, que es interminable, porque la reciente entrega de Liberales y Conservadores despertó interés, denuncias y reclamos.
Haciendo un recuento de publicaciones periodísticas sobre los lazos consanguíneos de los López Obrador-Beltrán, se puede ver una telaraña de relaciones y compromisos que han prevalecido y, seguramente, prevalecerán para perpetuar su dinastía.
A López Obrador se le conoció que su hermano Pío pedía dinero presuntamente para su campaña y lo grabaron recibiendo sobres de David León, que habrían financiado la campaña presidencial. Y con la táctica de “al ladrón”, dijo que la difusión de los videos era en reacción a lo que se ventilaba sobre el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya.
También se filtraron videos donde Martín Jesús López Obrador, otro hermano, recibía dinero en efectivo por parte de David León.
Otra investigación periodística reveló que Felipa Obrador Olán, prima del expresidente, era propietaria de la empresa Litoral Laboratorios, contratista de Pemex, que habría recibido contratos por más de 365 millones de pesos.
Las acusaciones de nepotismo también cayeron sobre sus hijos. Una investigación periodística reveló que José Ramón López Beltrán, vivía en una residencia lujosa en Houston, Texas, escándalo que se difundió como la Casa Gris. Según lo publicado, el dueño de la casa era un directivo de Baker Hughes, compañía petrolera con la que Pemex tenía contratos millonarios.
En 2019, el PAN acusó a José Ramón López Beltrán, sin cargo alguno en el gobierno federal, de reunirse con diputados y alcaldes de Morena en el Valle de México, “para afinar detalles sobre los programas federales, a los cuales los gobiernos municipales de oposición no tienen fácil acceso”.
La maraña nepotista alcanzó a primos y amigos de los hijos de López Obrador, colocados en puestos clave del gobierno federal, según investigaciones sobre el tema.
Rodrigo Beltrán Campero Calderón, primo hermano de los vástagos, fue nombrado director de área en la Unidad de Administración y Finanzas de la Secretaría de Educación Pública.
Fernando Beltrán Campero Calderón, su hermano, ingresó a la delegación del IMSS en Veracruz como auxiliar de soporte técnico en informática.
Thelma Beltrán, otra prima, fue coordinadora de giras y eventos en la Secretaría del Bienestar.
Martha Alicia Magdaleno Medina, también prima, fue asesora del área jurídica del corporativo de Pemex.
En cuanto a la colocación en cargos o a cargo de proyectos millonarios a los amigos de los hijos del expresidente, también hay constancia periodística.
Y no alcanzarían los dedos de las manos para contarlos.
Pero el cargo donde sí hizo honor al orgullo de su nepotismo fue con la imposición de Andy como secretario de Organización de Morena, donde tiene el encargo de hacer crecer, mediante credencialización masiva y corporativa, al partido que su padre fundó. Su meta personal, la candidatura del 2030.
Las iniciativas propuestas por la Presidenta contra esta lacra de la clase política, y que eventualmente se discutirán en estos días, pueden ser una luz… si la dejan.
Aquí, querer no es poder.
anarciae@gmail.com