El evento masivo del domingo 9 de marzo de 2025, en el Zócalo de la capital, encabezado por la primera presidentA de México, pasará a la historia por el desaire que le hicieron dirigentes de su propio partido y algunos “aliados”.
Con dificultad serán recordados los motivos por los que se convocó a esa asamblea popular. Mucho menos el mensaje que se intentó transmitir a los ahí presentes y a quienes lo seguían por la televisión y redes en todo el país.
De lo que la mayoría habla, es del momento en que ciertos gandallas le dieron la espalda a la presidentA cuando caminaba triunfante, a su lado.
Instantes antes, se había anunciado y escuchado en toda la plaza el arribo de la presidentA.
Decir lo contrario es una falsedad.
Vaya, no toca siquiera, ni de lejos, la posibilidad de una genuina distracción.
Los aludidos prefirieron tomarse una foto con el hijo del expresidente López Obrador que saludar a su mera jefa, a quien le deben seguir con vida política, en la actual administración.
Esos gandallas de ocasión apostaron al futuro incierto del heredero morenista, con quien se lamen los bigotes de perpetuarse en la palestra, de concretarse su fantasía de que sea elegido candidato de Morena a la presidencia, en el 2030.
Mientras que todos en el Zócalo veían el entusiasta saludo a la presidentA, ese grupillo temerario saboreaba la foto con Andy.
Ahí estaban: Luisa María Alcalde, la presidenta nacional, formal, de Morena; Andres Manuel López Beltrán, secretario de Organización del partido, hijo de YSQ; Ricardo Monreal, pastor del rebaño morenista en la Cámara de Diputados; Adán Augusto López Hernández, el capo de los senadores de Morena, señalado por su paisano gobernador Javier May, de proteger al grupo criminal La Barredora, cuando era mandamás de Tabasco; Manuel Velasco Coello, exgobernador de Chiapas, patrocinador de la campaña lopezobradorista, hoy coordinador senatorial, copropietario del Partido Verde; Victoria Rodriguez Ceja, gobernadora de Banxico (¿qué se le habría perdido en ese grupúsculo?); Carlos Alberto Puente, coordinador de los diputados verdes y Alejandro Esquer Verdugo, exsecretario particular de AMLO, hoy senador morenista, inolvidable por encabezar el carrusel de cash, que se hizo para bancarizar millones de pesos destinados a un fideicomiso que supuestamente apoyaría a damnificados de los sismos de 2017.
Dirigían sus sonrisas hacia un grupo de personas entre quienes se encontraba la senadora morenista, suspirante de la gubernatura de Chihuahua en 2027, Andrea Chávez Treviño.
Por andar en su desmadre, “no se dieron cuenta” de que tras saludar a simpatizantes y otros cercanos, la presidentA pasó detrás de ellos.
Las reacciones fueron una joya, desde instantes después del desaire, hasta cuando su jefaza regresó por el mismo lugar, pero ahora pegada a las vallas eludiéndolos totalmente.
Realmente impactados o para intentar un control de daños, algunos de esos gandallas derramaron lágrimas de cocodrilo y postearon en “X” sus “sentidas” disculpas.
El lunes no fueron convocados a Palacio Nacional para discutir la agenda legislativa de la semana. En la Mañanera, la presidentA dijo que porque no había asunto que tratar.
Resulta inevitable preguntarse si le dieron la espalda “por distracción” o quisieron cobrarse así la ley contra el nepotismo electoral, que batearon hasta el 2030 para que no los afecte en el 2027.
Como dice el clásico, es pregunta.
Quizás sería el momento de que la presidentA se los cepillara y pusiera en su lugar a verdaderos leales.