Francia perdió la final del Mundial, y los ánimos están un poquito calientes por aquellos lares. Y eso que venían de ganar la edición anterior, pero —encima de todo— llegaron a Qatar con muchas bajas.
En pleno torneo, Didier Deschamps mostró su molestia cada vez que se le consultaba por la posible vuelta de Karim Benzema. Los galos jugaron todo el certamen con cuadro suplente. Cuatro meses antes, el 11 inicial era completamente distinto, y sin embargo llegaron hasta los penaltis en la final.
Kylian Mbappé tildó de fracaso lo sucedido en tierras qataríes. Tras firmar su renovación, Deschamps declaró —con total soltura— que cinco de sus jugadores no estuvieron a la altura del duelo definitivo en la Copa del Mundo.
Nöel Le Graët, presidente de la Federación Francesa de Futbol, aseguró que a Zinedine Zidane no le contestaría el teléfono, y por eso Kyllian Mbappé le exigió —desde sus redes sociales— que respete al ícono francés. También Amélie Oudéa-Castéra, ministra de Deportes de Francia, solicitó que se disculpara.
El mandamás del futbol francés se echó para atrás y ofreció disculpas públicas al campeón mundial en 1998.
¿Se imaginan si algo así pasara en nuestro país? Nuestro futbol, rey de la excusas y de evadir las responsabilidades, ¿está preparado para unos días de furia como los vividos recientemente en Francia?
Aquí es al revés. Los jugadores (es decir, quienes entran a la cancha) suelen señalar los planteamientos del entrenador: Luis Chávez aseguró que no le entendieron a Gerardo Martino contra Argentina. Como si las desatenciones en la marca en el primer gol de la albiceleste hayan sido planificadas por el técnico.
¿Cuándo un jugador en activo se atrevería a plantársele al presidente de la Federación Mexicana de Futbol en turno por el tema que sea? Jamás.
Identificar el problema y llamarlo por su nombre es fundamental para corregirlo. Pero verse al espejo y asumir responsabilidades, es muy complicado.
En nuestro país, penosamente, estamos acostumbrados a culpar, y responsabilizar, al señor que ostenta el cargo de director técnico de la Selección Mayor. Así es más fácil; se va Chuchito y ¡Listo! Todo arreglado. Y a esperanzarnos con que el siguiente será el súper hombre que solito arreglará todas las deficiencias que conforman la estructura del todo el futbol nacional.
En Francia, la cosa está caliente por ser el segundo mejor equipo del planeta. Aquí, tras el peor fracaso en medio siglo, todo se mantiene sereno. Quizá, el primer paso para mejorar es ser un poco más francos y llamar al pan, pan, y al vino, vino.
Adendum. “Era más fácil ver un partido del Mundial que uno de la Liga MX”, me escribió —muy enojado— Knut.
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