Más de 10 años y cinco títulos después, Tigres le dio las gracias a Javier Aquino. Al oaxaqueño no le gustaron las formas. Él considera que no fueron las correctas. Su impecable trayectoria en la institución felina ameritaba un mejor trato, y es que para que haya declarado en contra de Guido Pizarro (los directivos son el enemigo natural de los jugadores, así que lo de Culebro no cuenta), es que la cosa estuvo álgida en serio.

¿Tiene razón Aquino al quejarse? Seguramente, sí. Pero si nos guíamos por lo que la mayoría de los clubes (en el mundo) hacen con sus históricos, la tendencia deja claro que las salidas perfectas pertenecen más a los cuentos de hadas que al futbol profesional. Los motivos sólo los conocen los involucrados, pero cada vez es más común que jugadores que dejaron un legado en una institución se vayan de manera traumática.

Hasta hace poco, me generaba mucho enojo que ese tipo de jugadores no tuvieran el adiós que merecen. Pero, con el paso del tiempo, cambié de parecer. Quizá, y hablo desde el desconocimiento de quien no pertenece a un club, no haya otra forma de cortar con un vínculo tan fuerte. Y es que la institución tiene que estar por encima de todo y, en diversos casos, mantener a un “histórico” en la plantilla, puede comprometer el proyecto a futuro. Aclaro que esto último no se refiere a Aquino, porque desconozco la dinámica entre él y los Tigres.

Pero repasemos: Mourinho maltrató a Casillas y lo desterró del Madrid; a Cuauhtémoc Blanco, no lo dejaron volver al América para despedirse; quizá el caso más emblemático de los últimos tiempos fue la salida de Lionel Messi del Barcelona. Cuenta la leyenda que en el cuadro culé ya se hacía todo como decía la Pulga y que por eso había que cortar por lo sano. Laporta debió convertirse en el villano y dejar fuera al futbolista más preponderante en la historia blaugrana. Sin miramientos, le anunció que no seguía y el mundo vio llorar a Leo en su despedida.

En ese caso, según se dice, la institucionalidad estaba en riesgo. En otros, será en aras del cambio generacional. También, temas presupuestales pueden influir. Lo que es un hecho es que rara vez los ídolos se van como quieren ellos y su grey. Desde afuera, uno espera más de los clubes, pero —desde dentro— prima el tan sobado “nadie está por encima del escudo”. Al final, creo que una historia tan fuerte como la de Aquino (o los otros mencionados) con Tigres, difícilmente acaba bien, porque el lazo es tan fuerte que el rompimiento siempre será brutal para el futbolista.

futbol@eluniversal.com.mx

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