“Perro viejo, no aprende truco nuevo”. Ese dicho es totalmente difamatorio en contra de los canes, y es que esos animales pueden aprender cosas nuevas siempre. Todo depende de la pericia y la paciencia del dueño. Durante años, la incapacidad del ser humano de corregir ciertos comportamientos se utilizó para “ensuciar” la reputación de los perros. Y es que siempre sonará menos feo decir que un cuadrúpedo no puede, en lugar de dejar en claro que somos nosotros los que no somos capaces de mejorarnos.
Y Miguel Herrera es el ejemplo perfecto de esto. Para seguir con los dichos: “Otra vez, la burra al trigo”. Y es que, por enésima ocasión, el Piojo no supo perder. De nueva cuenta, cuando debió ser un agente pacificador ante la bronca suscitada en la cancha, eligió echarle más gasolina al fuego. Como ya es tradición, intercambió insultos con los aficionados que le gritaban desde las gradas (cosa no justificable, pero Herrera debió seguirse de largo hacia su vestuario y no engancharse).
Uno pensaría que, tras tantos reveses sufridos por no controlar su temperamento, Herrera ya habría aprendido. Pero no. Miguel tropezó de nuevo y con la misma piedra (espero que al leerlo les haya venido a la mente Alicia Villarreal ).
No hay espacio suficiente para enumerar todos los exabruptos de Miguel Herrera , pero así —de botepronto y sin esforzarme mucho— me vienen a la mente: Se quedó sin jugar el Mundial de Estados Unidos porque se le salió la cadena; fue despedido como director técnico de la Selección Azteca por lo mismo; en Tijuana (cuando uno pensaría que estaría más controlado) se hizo de palabras con la tribuna; del América , digan lo que digan, lo echaron porque se cansaron de los espectáculos de su DT.
No cumplió el gran sueño de todo futbolista, perdió sus dos trabajos de ensueño, y ni así cambia. A los 53 años de edad, Herrera no ha aprendido a manejar la frustración lógica que implica la derrota, y tampoco ha logrado controlar su volcánico carácter. Y todo parece indicar, que no va a pasar nunca. Para cerrar, un dicho que le queda como anillo al dedo al hoy DT de Tigres : “Hay maderas que no agarran el barniz”.
Adendum
. Knut está enloquecido. Ayer se fue temprano al súper y comenzó a acopiar víveres como si un apocalipsis zombie se avecinara. Compró cientos de productos enlatados, al menos 25 garrafones de agua y más rollos de papel de baño de los que es prudente señalar. Está muy preocupado y asegura: “Si mi Azul y el Atlas son campeones el mismo año, se va a armar la gorda”.
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