Ha pasado tantas veces, que decir que es inexplicable suena tonto. Una vez más, el Cruz Azul fue eliminado por el América. De nueva cuenta, hubo un instante en que parecía que los cementeros iniciarían el exorcismo de sus demonios (porque para deshacerse de ellos hace falta mucho más que una simple eliminatoria). Pero, como ya es tradición, los celestes se dieron un balazo en el pie. La mesa estaba puesta y ellos mismos se encargaron de romper todo.

¿Tuvo mérito el América? Por supuesto que sí. Al tricampeón, le abrieron un poco la puerta y ellos se encargaron de tirarla a patadas. Como hace seis meses, los futbolistas de André Jardine supieron sacudirse el mal momento y, casi de inmediato, revivieron. Encima, supieron destruir a un rival que ante la primera herida se vino para abajo, a sabiendas de lo que estaba por suceder.

Lo que sí es inexplicable es la capacidad de autodestrucción del Cruz Azul. A estas semifinales, llegaba con el envión anímico de haber despachado a los de Coapa en la Concacaf, pero —tal vez— en el fondo sabía que eliminó a un América en horas bajas y sin centro delantero.

Aun así, tenía el global 2-0 en su favor, con poco más de media hora por jugar. Pero ese mal fario cementero parece ser inmortal.

Si había dos elementos que brillaron en la eliminatoria, esos fueron Kevin Mier y Erik Lira. En una de esas, la diosa fortuna es malvada y por eso eligió que los dos que habían jugado por nota se convirtieran en los villanos del cuento.

Y, para acabarla de amolar, el arquero estaba festejando su cumpleaños y lo hacía de forma impresionante. Sus atajadas en el primer tiempo sólo se pueden describir como descomunales. Lira, por su parte, no había cometido ni un error en toda la serie, hasta que...

Lo que resulta inentendible es que esta película ya la vimos mil veces y, contra todo pronóstico, jamás aburre a nadie. El desenlace es conocido por todos, pero los giros de tuerca durante el desarrollo hacen que nadie quiera perderse estos duelos. Es pan con lo mismo: el Cruz Azul ilusiona a toda su fanaticada, el América parece muerto, aparece el villano celeste y las Águilas surcan los aires a pesar de las heridas.

El América volvió a cruzar su Rubicón, porque el Cruz Azul es el equipo que más lo complica, y ahora sigue el mejor de la competencia (al que venció 3-0, sin problemas) en busca del tetracampeonato. Será una gran final, sin duda.

Adendum. Knut se quedó sin datos...

futbol@eluniversal.com.mx

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