En estos nuevos tiempos, en el futbol se ha caído en un facilismo ramplón: Los entrenadores son responsables de todo. Y no es así. Aunque son muy importantes, no son quienes ejecutan el plan de juego. Por más que suene redundante, el futbol es de los futbolistas.

Durante décadas, diversos entrenadores de sapiencia comprobada afirmaron que su injerencia en lo que pasaba durante un juego a lo mucho alcanzaba un 30%. Hoy, al menos para el entorno, cada derrota y fracaso tienen un solo padre y ese es el señor que está fuera del campo.

Pero en México apareció el Cruz Azul. El cuadro cementero es la muestra perfecta de que un plantel con calidad y disposición dará resultados, sin importar quién lo dirija. Es tan obvio que hasta parece estúpido decirlo, pero en este jueguito, el equipo que tiene mejores futbolistas tiene mayores posibilidades de ganar el duelo. Habrá quien opine lo contrario y ponga como ejemplo al PSG, que con Messi, Mbappé y Neymar no ganó la Champions. Ahí entra en juego la disposición y, por supuesto, el balance al armar una plantilla.

¿Por qué Cruz Azul es el ejemplo perfecto? Porque con tres entrenadores distintos el equipo siempre ha competido. Con Martín Anselmi, La Máquina apretaba en toda la cancha; los centrales estaban (casi) siempre a la altura del mediocampo; Kevin Mier jugaba mucho más cerca del círculo central que de su área. Con ese estilo, los Cementeros jugaron una final y una semifinal (perdida de manera inverosímil). Y, por si fuera poco, en ese segundo torneo, fueron la mejor ofensiva y la defensa menos goleada.

Anselmi abandonó al equipo en su tercer torneo y en su lugar quedó Vicente Sánchez. El ídolo toluqueño resultó ser casi lo opuesto en estilo al argentino. El equipo dejó de jugar tan bonito, pero siguió haciéndolo muy bien. Sin despeinarse, dominaron las formas más conservadoras de Sánchez y los resultados llegaron de inmediato con el título de la Concacaf Champions Cup. Ese equipo impuso récord de puntos en torneos cortos y, con el uruguayo en la banca, sólo perdió dos veces en 28 partidos.

Ahora, con Nicolás Larcamón, los celestes son líderes de la clasificación. El actual DT del Cruz Azul, así a brocha gorda, podría definirse como el punto medio entre Anselmi y Sánchez. El equipo es ofensivo, pero sin llegar al grado de verticalidad que tenía el del argentino. Presionan al rival, pero no con tanta vehemencia como con Anselmi, y defensivamente son un equipo ordenado, al que es difícil anotarle (han recibido 17 goles en 16 partidos).

Tres entrenadores de enero de 2024 a la fecha. Los tres distintos, pero con algo en común: Un plantel de alta calidad para la Liga MX. Y ese grupo de futbolistas, aunque no ha conquistado el título casero, semana a semana se confirma como candidato al trofeo y uno de los cuadros más sólidos en México. Sin importar el nombre del señor que los entrena.

Adendum. “Hace frío en la cima”, me escribió Knut ayer. Está tan gastada esa frase que ni le respondí.

futbol@eluniversal.com.mx

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