Hace unos días, vi una entrevista en YouTube con un buscador de talentos argentino, quien —a grosso modo— explicó lo siguiente: A los muy buenos y a los malos, los detecta cualquiera en menos de cinco minutos. El secreto está en encontrar a aquellos, dentro del grupo de los “normalitos”, que cuentan con lo necesario para llegar. Ya sea una característica técnica específica que se le puede mejorar o a aquel con la mentalidad necesaria para esforzarse hasta lograr el objetivo.
Sobre los talentosos, esos que nacen con el don, manifestó que a ellos hay que imbuirles la disciplina, cosa que no es sencilla, porque con su arte siempre les alcanzó para estar por encima del resto.
Y finalizó exponiendo que justo ahí está la trampa, porque ese virtuoso no está dispuesto a sacrificarse o a aprender, y es ahí donde se pierden y no llegan a profesionales, o quienes sí lo logran, pero jamás explotan al máximo sus características.
El sábado, mientras veía a Sebastián Córdova y a Diego Lainez, de inmediato recordé dicha entrevista.
Y es que ambos son el ejemplo perfecto de lo descrito por el sudamericano. Mucho talento, pero sus carreras están estancadas. Ambos podrían (quizá, hasta deberían) ser los dueños de la Selección versión 2026. Pero hoy, a tres años de esa Copa, ni siquiera se han afianzado como futbolistas.
Córdova tiene 25 años de edad y casi cinco en el máximo circuito. Siendo amables, la palabra para describirlo es: Irregular. Algunos partidos con el América y un gran desempeño durante Tokio 2021 son lo más destacado en la carrera de un muchacho que es suplente habitual en Tigres. Este “joven” festejará su cumpleaños 29 cuatro días después de que inaugure el Mundial que viene.
Por su parte, Lainez es un futbolista de esos que enamoran con sus desbordes y técnica. Penosamente, tras seis años en la máxima categoría, no ha aprendido a levantar la cabeza. Su principal función tendría que ser habilitar a los otros atacantes del equipo, pero eso no pasa, porque parece que aún no sabe leer el juego (pregúntenle a André-Pierre Gignac).
Y es que, a 100 kilómetros por hora y con la vista en el piso, es muy complicado. Y ojo con el verso de la juventud. Diego cumplirá 26 años al día siguiente del inicio de la próxima Copa Mundial.
Potencial les sobra, pero al día de hoy juegan poco y nada (Córdova el 33.64% de los minutos en la Liga y Lainez el 22.93%).
Depende de ellos convertirse en los hombres importantes de la Selección y, tal vez, para ir hacia el frente en sus carreras deban ir un paso hacia atrás y buscar un club en el que tengan más posibilidades de jugar.
Porque hoy son, lamentablemente, suplentes muy caros, y también un ejemplo más del talentoso mexicano que queda en cascarero.
Adendum. “¿Me emociono por ganarle a Pumas?”, me preguntó Knut. Evidentemente, le dije que no.
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.