El agua moja, los perros ladran, en el futbol —generalmente— las derrotas son culpa del árbitro.

Esos son tres ejemplos de verdades de Perogrullo. Las dos primeras son irrefutables. La tercera, depende de qué lado del resultado se encuentre cada quien. Lo que es una realidad es que pocas cosas del futbol cansan tanto como los lloriqueos del perdedor.

Este fin de semana, Antonio Mohamed fue el protagonista del señalamiento al arbitraje.

Sin fundamento alguno, y es que si “la orden” fuera que gane el América, no habrían anulado el gol de Henry Martín, por ejemplo.

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Por otro lado, el penalti marcado podría considerarse como dudoso, pero hay contacto y eso le da armas al silbante.

El Turco, como tantos otros que pasaron por el América, cae en la incongruencia. ¿Todos olvidan que estando en Coapa negaron categóricamente que existan las ayudas arbitrales?, ¿somos o no somos? Culpar al árbitro es la fácil, pero no hay sustento, porque —de ser así— el América no acumularía cinco años sin ser campeón.

Pero no personalicemos en Antonio Mohamed. Sería injusto, cuando todos hacen lo mismo. Lo curioso es que del árbitro se habla sólo tras perder.

Veljko Paunovic no le “agradeció” a los árbitros el penalti que no le marcaron al Toluca.

Es decir que —cuando se equivocan en mi contra— son unos malditos, pero si meten la pata a mi favor, “son cosas del juego” o “del árbitro no hablo, hay que entender que son humanos”.

Mohamed y Paunovic, tristemente, no son los únicos.

La gran mayoría de los protagonistas de este juego ensucia sin miramientos al arbitraje, cuando caen y se alejan —silbando de lado y con las manos en las bolsas— cuando un error los beneficia.

Es decir, la cosa no es pareja y —en el mejor de los casos, sin darse cuenta— ellos mismos son los encargados de generar un halo de sospechosismo alrededor de la industria de la que viven.

Henry Martín le mandó un recadito al Turco Mohamed tras "provocarlos" / FOTO: ESPECIAL
Henry Martín le mandó un recadito al Turco Mohamed tras "provocarlos" / FOTO: ESPECIAL

El arbitraje le da y le quita a todos. Chivas se coronó contra Tigres, con error de Luis Enrique Santander incluido. Bernie Ulloa hundió al América en 1992. El Atlas acabó con su sequía, inmerso en la polémica. Santos consiguió su primer título con gol en fuera de lugar de Jared Borgetti. José Manuel Cruzalta atropelló a César Villaluz rumbo al campeonato.

Y todos esos equipos, al igual que el resto de los clubes mexicanos, cuentan con la situación opuesta a la mencionada en su historial (no hay espacio para enumerarlas).

Lo que difícilmente escucharemos es a un perdedor aceptar sus responsabilidades.

Total, siempre será más fácil decirle “ladrón” o “corrupto” al árbitro, porque nunca hay consecuencias reales.

Adendum. “Ya ganó mi Azul”, me dijo —eufórico— Knut. No supe qué hacer.

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