El futbol mexicano tiene nuevo campeón. El Toluca conquistó su undécima corona, para afianzarse como el tercer equipo más ganador de nuestro país. Antonio Mohamed cumplió con lo prometido y, encima, volvió a amargarle la vida al América.

La final no fue vistosa, ni correspondió con lo mostrado por ambas escuadras a lo largo del semestre. Salvo unos instantes en el juego de vuelta, en los que el América atacó con cierta soltura, fue una serie cerrada.

Las tribunas (en especial en Toluca) brindaron mayores emociones en la final.

Los Diablos fueron los mejores del torneo y Mohamed demostró que de esto sabe, y mucho. Bien merecido el trofeo; quien lo dude, estaría cayendo en un error.

El América no peloteó a un arquero como Luis García, y eso no es poca cosa.

Dicho todo lo anterior, jamás dejará de llamarme la atención la doble vara con que se mide en el futbol nuestro de cada día.

En la ida, Luan Garcia y Alexis Vega debieron ser expulsados.

Paradojas de la vida, ellos dos metieron los goles del campeonato y nadie habla de robo, ni hay escándalo.

Soy un convencido de que el error arbitral es parte del juego. Lo que jamás me quedará claro es por qué algunas equivocaciones indignan a todo el país y otras pasan de largo.

Ojo, de ninguna manera estas líneas buscan atentar contra la legitimidad del título obtenido por los choriceros.

Simplemente, es una exposición sobre la parcialidad que rodea al futbol en general.

futbol@eluniversal.com.mx

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