“Este mensaje se autodestruirá en cinco segundos”. Cualquiera que haya visto las películas de “Misión Imposible” (si vieron la serie, seguro recuerdan el tetracampeonato de las Chivas), sabe que esa frase se escucha como cierre, cada vez que Ethan Hunt recibe su nueva misión. Pues bien, el Cruz Azul parece decirse a sí mismo algo muy parecido cada cierto tiempo. Nadie como La Máquina para destrozarse desde adentro.
Esta directiva, encabezada por el ingeniero Víctor Velázquez, logró terminar con la sequía de títulos de Liga MX y ahora consiguió igualar al América, como los máximos ganadores de campeonatos en la Concacaf.
La conquista de la novena estrella liguera elevó al grado de prócer a Juan Reynoso, campeón en 1997 como jugador y el encargado de dirigir a la escuadra que terminó con la maldición azul.
Menos de un año después, el peruano fue destituido. Su crédito parecía eterno, pero duró un instante.
En esta oportunidad, todo apunta a que Vicente Sánchez (a quien siempre vieron como interino) no continuará en el club.
El uruguayo tomó al equipo en plena crisis, por la salida de Martín Anselmi. Sánchez le imprimió su sello.
Por si fuera poco, eliminó al América en la Copa de Campeones de la Concacaf; además, su equipo no perdió en 19 partidos entre Liga y certamen internacional (es verdad que la racha se cortó siendo eliminados por el América, ¿pero qué DT azul no sufrió ese mismo destino?).
Y con todo eso en las alforjas, en su debut como entrenador, Vicente Sánchez se quedará sin empleo.
¿La inexperiencia es el motivo? No se sabe y, si así fuera, la verdad es que tras un debut tan halagüeño como entrenador, es raro no apostar por el DT que sólo el paso del tiempo forjará.
¿El estilo de juego es el motivo? Ese fue cuando echaron a Reynoso y cuatro años después no han vuelto a ganar una Liga MX.
Y, si a esas vamos, con Anselmi el equipo jugaba de manera hermosa, pero las vitrinas permanecieron cerradas.
Justo ese era el proyecto cruzazulino: Martín Anselmi. Pero el mismo argentino lo dinamitó.
A los celestes les cayó del cielo un entrenador que parece ser capaz y seguramente lo descartarán para sumar un capítulo más en el libro de los balazos en los pies (por cuestión de espacio, sólo usé el ejemplo de Juan Reynoso, pero si le interesa, revise la gestión de Guillermo Álvarez para que vea que no exagero).
Hoy, por los motivos que sea, parecen obstinados en barajar y dar un golpe de timón de nuevo, cuando el barco está enderezado.
Adendum. El borrachito que usted ve tirado en la glorieta del Ángel de la Independencia, con la camiseta del Cruz Azul, es Knut. Por favor, no lo despierten.
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