La Selección Azteca está agonizando. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que los responsables del cuadro nacional parecen no estar ni enterados de que el paciente está grave. El equipo mexicano no pudo vencer a los suplentes de un Valencia con jet lag y problemas de descenso. Pero ese partido es sólo un síntoma más de un problema que el futbol de nuestro país arrastra desde hace mucho. Pensar que el tema viene exclusivamente desde Qatar sería engañarse.

El declive del conjunto que solía vestir de verde comenzó, más o menos, hace 15 años. Las clasificaciones a los Mundiales de Sudáfrica (un gol de Vuoso evitó el ridículo de no llegar siquiera al Hexagonal) y Brasil (bendito quien decidió que el repechaje no era contra Conmebol), fueron el preludio de los desastres sucedidos en Qatar y en la pasada Copa América.

Javier Aguirre es el menos responsable. Él acaba de llegar y está conociendo a sus futbolistas. Lo único que se le puede achacar es no haber puesto al cuadro A contra el Valencia, para buscar un resultado abultado para congraciarse con la gente. Pero esa etapa de conocimiento justifica haber utilizado a esos jugadores (el paupérrimo plantel valencianista también).

En el orden de responsabilidad, siguen los federativos actuales, quienes no son máximos culpables de este desgarriate, porque las desiciones tomadas por administraciones anteriores fueron clave en el deterioro de nuestro balompié (aumento indiscriminado de extranjeros en la Liga, ceder el control de la Selección a los futbolistas o privilegiar jugar contra rivales moleros, por ejemplo). De lo que sí son responsables es de no tener la menor idea de cómo detener la caída.

No supieron detectar el problema. Se emborracharon con una Copa Oro (el video de celebración lo demuestra), y su falta de preparación para el cargo se nota mucho. Tres entrenadores en un año y cinco meses de la gestión Rodríguez lo demuestran. El futbol mexicano no ha cambiado un carajo desde que se prometió revolucionar todo tras el fracaso mundialista.

Los máximos responsables son los futbolistas. Entiendo que no van a salir a declarar que son un desastre, pero cuando uno los escucha hablar sobre la situación que viven, entiende por qué juegan así. No miden la bronca en la que están. Ni siquiera que en Estados Unidos ya no llenen y que en Puebla tuvieron que inventarse varias promociones para que la gente asistiera, los hace reaccionar. Habrá algunos a los que no les da, pero la falta de talento se puede suplir con producto de gallina. Y eso está supeditado a la voluntad, aunque parece que eso tampoco les interesa.

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