Efraín Juárez es un entrenador inexperto (no es ataque, simple descripción). Hace dos meses, cumplió su primer año como responsable de un equipo profesional. En lo que no le falta experiencia es en comparecer ante los medios de comunicación.
Claramente, la experiencia no ha convertido a Juárez en un hábil declarante (por más que él lo crea). Hay dos maneras de desviar la atención ante el mal momento de un equipo, por parte del director técnico: El dominio total de la narrativa ante los periodistas o directamente inmolarse, para que se hable de todo menos del desastre deportivo.
José Mourinho es el maestro del manejo del rumbo de la conversación. Quizá, el mejor ejemplo sea aquel día que se refirió a Tito Vilanova como “Pito” Vilanova. Logró que no se hablara del resultado del partido, ni de su corrientada, al picar un ojo al auxiliar de Pep Guardiola. El mundo vio con sorpresa el cinismo con el que el lusitano negaba todo, pero de forma tan graciosa que hizo que todo lo malo pasara a segundo término.
Efraín ha mentido ante los micrófonos (como todos), en episodios como el de la tormenta de arena en Ciudad Juárez, cuando aseguró que él sí quería que se jugara. Mentir está mal, pero en un caso como ese, la verdad, es simplemente algo anecdótico. Pero este fin de semana, Juárez fue por más.
“Presión es estar ahorita en Gaza y no saber si vas a vivir o morir”, aseguró, tras ser consultado por la presión que rodeaba a su equipo, ahora que está fuera del Play-In. Agregó que presión tiene alguien que no sabe si podrá alimentar a su familia y que tanto él como sus futbolistas son unos privilegiados, pero el daño estaba hecho. Primero, porque quien no sabe si va a sobrevivir en un conflicto bélico no siente presión, sino terror. Hay que aprender a usar el idioma.
En segundo lugar, es estúpido mencionar una guerra cuando se está hablando de resultados deportivos. Urge que la directiva de los Pumas contrate a un asesor para que ayude a su entrenador en una conferencia de prensa. Los grandes clubes y las selecciones de alto nivel tienen en sus nóminas a expertos en comunicación, para que —tanto entrenadores y futbolistas— no caigan en pifias como esta.
¿Juárez logró desviar la atención?, sí. Pero, ¿a qué costo? Porque va de por medio el prestigio de una institución que siempre ha sido vista como impoluta, y hoy la imagen de Efraín se ha desgastado.
Adendum. Knut anduvo en la F1 y no se enteró del futbol.
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