Un texto sacado de contexto se convierte en mero pretexto. Las narrativas hay que entenderlas en el ambiente en el que son pronunciadas, para conocer la intencionalidad de los dichos, medir sus alcances y, en el caso de los estrategas, definir cuál será la siguiente jugada en el tablero de ajedrez político-mediático.
Digo esto por el caso del ya famoso #ComandanteBorolas y su némesis el #ComandanteSinBolas. Las etiquetas que en época de paz moverían a risa, si nos detenemos a pensar, en un periodo de alargada –o permanente– campaña electoral, nos mueven a la reflexión.
Apenas el jueves 22 de agosto, el presidente Andrés Manuel López Obrador @lopezobrador_ hizo una confesión en su #Mañanera que pocos hubieran esperado escuchar, ni siquiera producto de un lapsus: “No quiero seguir responsabilizando a la administración pasada y a los de antes de esa…pero ya es nuestra responsabilidad”. Esta última parte pronunciada: “Ya es nuestra responsabilidad”, debió haber zumbado más fuerte que terremoto en Palacio Nacional. Sobre todo porque en la agenda estaban temas tan espinosos como la posibilidad de una persecución política contra sus adversarios, atacando abuso de poder con abuso de poder; la suspensión del controvertido aeropuerto de Santa Lucía y el tema, quizá más espinoso al que cualquier administración pueda enfrentarse: la latente recesión económica y los impactos que en la vida doméstica puede generar.
Apenas 24 horas después de su lapidaria “ya es nuestra responsabilidad”, la conversación en los medios sociales digitales dio un giro interesante cuando @lopezobrador_ criticó a uno de sus antecesores, Felipe Calderón Hinojosa @FelipeCalderon. “Calderón declaró la guerra y le pegó un garrotazo a lo tonto al avispero, y nos metió en todo esto que estamos padeciendo todavía… se pone un chaleco que hasta le quedaba grande, parecía el comandante Borolas”. @FelipeCalderon respondió: “A mí no me queda el saco, a otros el cargo les queda grande”. Y con esto ambos bandos desataron a sus comandos a atacarse en los medios sociales digitales.
Las declaraciones del presidente en contra del expresidente generaron un alcance potencial de 87 millones, el impacto fue muy alto, generando: 18, 777, 095 interacciones, 987, 125 reacciones; 77, 125 comentarios; el material se compartió 1, 458, 367 veces y se reprodujo en video 16, 254, 478 de ocasiones. El número total de interacción se incrementó, debido al número de reproducciones detectadas en las diversas redes como: Facebook, Twitter y YouTube primordialmente.
A lo largo del viernes y en los días posteriores se detectaron diversos hashtag referentes a las declaraciones de López Obrador acerca de Felipe Calderón. #ComandanteSinBolas tuvo un alcance de 54 millones y 4.1 millones de interacciones; el alcance de #ComandanteBorolasSinBolas fue de 54 mil y 1,900 interacciones;
#ComandanteBorolas logró un alcance de 66 millones y 7.9 millones de interacciones; #OposicionBorolas alcanzó 27 millones y 1.4 millones de interacciones, mientras que #Borolas alcanzó 8 millones y generó 2.7 millones de interacciones.
El 24% de la audiencia dijo que si a Calderón le quedaba grande el saco a Obrador le queda grande el puesto, el 21% calificó a Calderón como uno de los peores presidentes por su guerra contra el narco, el 17% criticó a Obrador por generar violencia social, el 12% se burló del presidente y su mundo feliz en el que “sólo vive él” y un 12% similar dice que Obrador tiene una obsesión con Calderón, finalmente el 14% recuerda un supuesto alcoholismo del expresidente.
El 31% de la conversación se generó en Facebook, el 27% en Twitter, el 18% en Instagram, el 12% en YouTube, el 5% en blogs y el 7% en portales web. Por lo que hace a la interacción el 32% se dio en Twitter, el 25% en Facebook, el 15% en Instagram, el 19% en YouTube y el 9% en portales web.
En la Edad Media fue necesario crear el mito de las brujas para quemarlas en la hoguera. Cada época de la humanidad necesita sus víctimas propiciatorias, pero a la larga dejan heridas difíciles de curar, porque la división y confrontación social es el precio que hay que pagar. En un país en donde el crimen organizado también es pueblo bueno, los balazos también son tuits y los abrazos prometidos nunca llegan.