En la generosa oportunidad y honrosa responsabilidad que me concedió la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, representé a México en la Reunión Anual del Foro Económico Mundial 2025. En diversos paneles y reuniones, transmití la visión del Humanismo Mexicano a los y las líderes globales con quienes coincidí del 20 al 24 de enero, en Davos, Suiza; liderazgos políticos, económicos y sociales que configuran día a día la agenda internacional.

El Informe de Riesgos Globales 2025 del propio Foro advierte que, de seguir con la misma trayectoria, durante la próxima década, cinco de los diez riesgos más importantes que enfrentará el mundo serán de carácter ambiental. En el presente, sin embargo, los efectos del cambio climático son cada vez más frecuentes y devastadores. Tan sólo en los últimos años, huracanes, inundaciones e incendios forestales sin precedentes han causado graves estragos en nuestras comunidades.

La prevención y protección ante los fenómenos naturales son sólo una parte del enorme desafío que implica la transversalización de la sostenibilidad en el sistema global. Esta titánica labor debe ser responsabilidad tanto de los gobiernos, como de los sectores privado y social, los cuales juegan un papel fundamental.

Hoy en día, a pesar de los rezagos que tenemos en materia de acción climática o en el cuidado de los ecosistemas, cada vez más actores —como las ciudades y los gobiernos locales— participan activamente, impulsando el alcance de las metas globales. Por ello, ningún país o persona, por muy poderosa o influyente que sea, podrá detener el proceso de transición ecológica en el que el planeta ya está inserto.

Un ejemplo positivo que da cuenta de ello en nuestro país, y el cual compartí en el Foro, es la restauración de Xochimilco, que cuenta con la integración de las comunidades, los gobiernos y la cooperación internacional.

Encaminar el desarrollo hacia la sostenibilidad implica necesariamente modificar la visión cortoplacista, basada en la arquitectura del capitalismo accionario, y comprometerse con los grupos de interés que promueven nuevas reglas para equilibrar el poder, los derechos y la competencia.

Las metas del Plan México, presentadas en Davos, están alineadas con las prioridades nacionales para garantizar un desarrollo económico sustentable y justo, colocando la igualdad y la justicia social en el centro de nuestra estrategia. Este plan no solo aborda la transición hacia un medio ambiente sano, sino que también promueve inversiones estratégicas en sectores clave como la manufactura avanzada, los semiconductores, la electromovilidad, la biotecnología, entre otros.

La presentación generó un gran interés en la comunidad empresarial internacional: más de 60 líderes de sectores prioritarios manifestaron su intención de invertir o seguir invirtiendo en México. Esta respuesta evidencia la confianza en nuestra visión de transformar al país en un motor de innovación y prosperidad compartida, mediante un enfoque que fomente la relocalización, la integración de contenido nacional y el fortalecimiento de las cadenas de valor en Norteamérica.

Igualmente fueron muy bien recibidas en el Foro las metas de la política ecológica y ambiental humanista que hoy guía nuestros pasos desde el Gobierno de México, como la protección del 30% del territorio para el 2030; la restauración del 20% de los manglares; la limpieza de los ríos Lerma-Santiago, Tula y Atoyac; el Programa Nacional de Restauración; y el Plan Nacional Hídrico, entre otras. Para concretarlas, logramos entablar posibles colaboraciones internacionales, interregionales e intersectoriales muy importantes que apuntalaremos en los próximos meses con múltiples actores.

El diálogo e intercambio con los y las líderes globales nos ayuda a ampliar el margen de acción de estas políticas públicas. Por ello, participé también en paneles sobre la protección de la gente frente al cambio climático; la descarbonización industrial; la importancia de la economía oceánica; la reducción de plásticos; y la paridad en el poder, entre otros.

En todos ellos, el mensaje principal fue este: necesitamos escuchar a todas las voces, sincronizar todas las voluntades y sumar todas las capacidades a nuestro alcance para compensar las injusticias y desigualdades, creadas bajo un paradigma extractivista que aún no termina de morir. En el cambio de época que atestiguamos, debemos desafiar las perspectivas que no consideran la inclusión de todas las personas en el desarrollo presente y tampoco aseguran el bienestar de las generaciones futuras.

El modelo del Humanismo Mexicano funciona y, a la par, impulsa este profundo y necesario cambio de paradigma, integrando en sus acciones las tres dimensiones del desarrollo sustentable: ambiental, económica y social. Bajo el liderazgo histórico de nuestra primera mujer presidenta, México transita del extractivismo y la profundización de la desigualdad, hacia la protección del medio ambiente y la garantía de que la prosperidad sea compartida.

En este punto crítico, aun cuando el negacionismo de la actual realidad se apodera de importantes espacios de poder, la voz de nuestro país en el mundo es un llamado a la acción colectiva y un compromiso firme por la supervivencia de la humanidad y la sostenibilidad de nuestras comunidades.

Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales

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