El creciente cuestionamiento por parte de algunos actores sobre la trascendencia del régimen climático internacional, y la reciente salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, han generado incertidumbre sobre el rumbo de acción que tomaremos ante el cambio climático.

Nos encontramos en una encrucijada que presenta una serie de disyuntivas: ¿Oportunidad o crisis? ¿Transformación o paralización​?​ ¿Acción o negación? Nuestra ruta será la que revele quiénes somos y cómo elegimos responder ante el desafío más trascendental en la historia de la humanidad.

México ha decidido. Rumbo a la trigésima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP30), que se llevará a cabo en noviembre en la ciudad de Belén, en Brasil, reafirmaremos nuestro compromiso de acción climática con un sello humanista y una ambición impostergable que nos ha instruido la presidenta Claudia Sheinbaum.

Esta acción no puede ser responsabilidad única del sector ambiental. Por ello, –en línea con el sólido marco institucional ambiental de México y junto con representantes de otras 18 dependencias federales–, llevamos a cabo la primera sesión ordinaria de la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático (CICC) el pasado 26 de mayo. Adicional a las 15 dependencias que ya la conformaban, incorporamos a la Secretaría de la Defensa Nacional, a la Secretaría de las Mujeres, y a la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, con el fin de asegurar un abordaje integral de todo el gobierno federal. Un día después –junto con representantes de diferentes sectores y órdenes de gobierno– presentamos la actualización de la Estrategia Nacional de Cambio Climático (ENCC), un instrumento clave que, de forma transversal y transexenal, guía la visión de Estado en materia climática para los próximos 10, 20 y 40 años.

En ambos eventos, tuvimos como invitado al secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Simon Stiell, quien señaló que nuestro país está demostrando que elevar la ambición climática es, más que una restricción, un catalizador para la prosperidad compartida y la seguridad. El liderazgo de México puede mostrar al mundo lo poderosa que es esta combinación.

Bajo esta perspectiva, la CICC aprobó el proceso para actualizar nuestra Contribución Determinada a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés), el instrumento con el cual presentamos las metas que como país nos planteamos para aportar al cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París. Las NDC deben ser actualizadas cada 5 años, y tenemos la fortuna de que el tercer proceso de actualización coincide con el inicio de esta administración. De esta forma, el diseño participativo de nuestra NDC 3.0, que presentaremos en la COP30, es una oportunidad invaluable para integrar la acción climática en la planeación nacional, y aprovecharla para apalancar la transición hacia el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones: social, ambiental y económica.

En materia de mitigación, estamos reforzando las medidas sectoriales para cumplir con nuestra meta actual de reducir 35% de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero al 2030, lo cual implica mitigar 140 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente en este sexenio. Asimismo, tendremos que establecer en nuestra NDC 3.0 una nueva meta de mitigación para el 2035. Conforme al compromiso de México de alcanzar cero emisiones netas para mediados de siglo, anunciado el año pasado en la COP29, esta meta deberá ponernos en la trayectoria hacia la descarbonización total de nuestra economía.

Cuando hablamos de emisiones netas, nos referimos al balance entre las emisiones totales que generan las diversas actividades productivas del país, y las que capturan nuestros ecosistemas naturales. Por ello, buena parte de nuestra estrategia para cumplir en materia de mitigación es impulsar las llamadas soluciones basadas en la naturaleza, en el marco de nuestro Programa Nacional de Restauración Ambiental. Ésta es nuestra mejor herramienta para hacer frente al cambio climático. Por ejemplo; la restauración de manglares, además de fortalecer la adaptación de zonas costeras, nos ayuda a capturar carbono como ningún otro ecosistema: tan solo una hectárea de manglar maduro puede almacenar 3 mil 754 toneladas de carbono, equivalente a las emisiones que generan 2 mil 650 automóviles al año.

Sobre la adaptación, tenemos el compromiso de iniciar este año la elaboración de nuestra Política Nacional de Adaptación, y fortalecer este componente en la NDC. Nuestra NDC actual plantea acciones para fortalecer la resiliencia climática en cinco ejes: comunidades, sistemas productivos (con énfasis en seguridad alimentaria), ecosistemas, recursos hídricos e infraestructura estratégica. Con acuerdo de la CICC, incorporaremos un nuevo eje sobre el vínculo entre cambio climático y seguridad nacional, a fin de prevenir y atender oportunamente los conflictos socioambientales que pueden surgir por los impactos de este fenómeno.

A pesar de todos los esfuerzos que hagamos para adaptarnos, con el aumento de la temperatura que ya se registra a nivel global y nacional, hay impactos que lamentablemente no podremos evitar. Por ello, en la NDC incorporaremos un nuevo componente sobre pérdidas y daños asociados al cambio climático, que nos permita responder más efectivamente a eventos extremos como el Huracán Otis, minimizar las afectaciones sobre la población y reconstruir con criterios de resiliencia. En esta agenda entran temas prioritarios para México, como facilitar el acceso al aseguramiento para todas las personas, y atender la migración vinculada a los efectos del cambio climático.

La NDC también tendrá un componente de temas transversales, como la integración de la perspectiva de género y de derechos humanos en la acción climática, y otro de condiciones habilitadoras y medios de implementación, para fortalecer la coordinación, la participación social y la movilización de recursos, tecnologías y capacidades.

En este mismo tenor, la ENCC delinea una visión a mediano y largo plazo para orientar la política nacional, con el objetivo de habilitar el cumplimiento de la NDC y garantizar que todos los instrumentos de la política climática nacional apunten en una misma dirección. Bajo un enfoque de corresponsabilidad, la actualización de la ENCC representa también la oportunidad para repensar nuestro modelo de desarrollo con el objetivo de transitar de manera ordenada, pero decidida, hacia un futuro más sostenible e incluyente: para dejar atrás el modelo de producción lineal y de consumo irracional altamente ineficiente, y avanzar hacia uno de economía circular.

La acción climática no es una tarea sectorial, es una tarea nacional que debe estar armonizada con todas las prioridades de la presidenta. El aprovechamiento del nearshoring, el Plan México, los Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar, la expansión del sistema de ferrocarriles, los parques de economía circular, por mencionar algunos, deben ser coherentes y reforzarse mutuamente. Esto, para poder alcanzar de manera simultánea ganancias en diversificación productiva, creación de empleo, dinamismo económico, inclusión social, fortalecimiento de la resiliencia y reducción de emisiones. De este modo, lograríamos alcanzar un estilo de desarrollo más acorde con lo que soporta la naturaleza del país y del planeta.

La acción climática de México debe ser un eje transversal del que esté impregnado el nuevo rumbo del desarrollo. Con el objetivo de abandonar el camino del extractivismo, y avanzar por la senda de la sustentabilidad, debemos asumir con determinación nuestro propósito para lograr una prosperidad compartida dentro de los límites planetarios. México asume con voluntad histórica y compromiso firme su liderazgo en esta hora crucial.

Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales

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