Distintas fallas en el Metro (derrumbes, inundaciones, choques y desperfectos de diferente tipo) interrumpen y le quitan regocijo —la lógica del “¡ya chingamos!”—, a la campaña desbocada de la jefa de Gobierno. Primero fue el derrumbe en la línea 12 del Metro, siguió el incendio del Centro de control del propio Metro, luego el choque en la línea tres, entre La Raza y Potrero, y más recientemente, el desprendimiento de dos vagones en la estación Polanco. A todo esto se agrega el caso de una mujer que arrojó las aspas de una lavadora a las vías de la estación Centro Médico.
Ante la reacción en los espacios públicos por los percances en el Metro, en el “cuarto de guerra” de la jefa de Gobierno debieron explorar opciones para controlar los daños. La primera habría sido la ya “patentada” por Morena: culpar a los de atrás. El argumento sería “la imposibilidad de resolver en solo cuatro años los descuidos heredados.” El problema de este ardid es que los gobiernos anteriores fueron los de Miguel Ángel Mancera, Marcelo Ebrard, Alejandro Encinas y Andrés Manuel López Obrador, todos provenientes del mismo tronco. Entonces, había que buscar otras explicaciones y a los brillantes asesores —algunos con honorarios en euros—, se les ocurrió la del sabotaje.
Una opción de alto riesgo y de desenlaces imprevisibles: atribuir esos episodios a una mano criminal, a un extraño enemigo que buscaría descarrilar a la mala a la jefa de Gobierno en su camino hacia la candidatura presidencial de Morena.
El absurdo es que, aun instalados en el razonamiento del atentado, la respuesta debió darse de manera discreta, con la intervención del Centro Nacional de Inteligencia y otras instancias, sin embargo, el presidente y la jefa de gobierno optaron por lo escandaloso e inútil: distraer más de 6 mil elementos de la Guardia Nacional para cuidar las instalaciones del Metro. La medida resulta más inconsecuente si se considera que la capital de la República cuenta con “la mejor policía del país” (Sheinbaum dixit), más de 90 mil elementos.
Un ingrediente que le complicó las cosas a Claudia es que cuando ocurrió el “incidente” se encontraba en Morelia, Michoacán, donde daría una conferencia con el tema “las políticas exitosas de la Ciudad de México”. Frente al tropezón y coordinados desde Palacio Nacional, los gobernadores de Morena publicaron un pronunciamiento en solidaridad con la doctora Sheinbaum.
Las advertencias de los expertos y las denuncias del personal y del sindicato sobre la falta de mantenimiento no han tenido respuestas de las autoridades, por el contrario, mientras se reducen los recursos para mantenimiento aumenta el gasto en asesorías políticas y comunicación (propaganda).
Pero si las sospechas de la doctora Sheinbaum tuvieran sustento y una “mano negra” estuviera detrás de las fallas en el Metro, estaríamos ante un escenario perturbador: la lucha por la candidatura presidencial estaría fuera de control y, como ha ocurrido en el pasado, con malas artes, algunos estarían intentando torcerle el brazo (o el dedo) al Gran Elector.
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