Octavio Romero, uno de los hombres más cercanos a Andrés Manuel López Obrador, el mismo que ignoró el tráfico descomunal de huachicol y dejó en ruinas a Pemex, hoy, como director del Infonavit, ha anunciado un plan que permitirá que los ocupantes ilegales de viviendas se queden con ellas a través de cómodas mensualidades, lo que implica legalizar el despojo, un delito tipificado por el Código Penal.
“La instrucción de la Presidenta —dijo el lunes 16 de junio— es hablar con cada uno de estos que están dentro de las viviendas y buscarles una solución… Voy a poner un ejemplo: Alguien que de manera irregular está dentro de una vivienda, ¿qué se hace?, pues no lo vamos a sacar, pero sí le vamos a advertir que si no se regulariza nunca va a ser dueño de la vivienda; la puede ocupar, pero no va a ser de él y lo que queremos es que sea de él.”
Un mensaje inaudito y cínico que recuerda la “siniestra” advertencia de Andrés Manuel a los criminales: “si no se portan bien los acusaré con sus mamás y sus abuelas.”
El arquitecto Juan Kaye, presidente de la Academia Nacional de Arquitectura, acierta al señalar que lejos de desincentivar las invasiones, la estrategia alienta la impunidad para grupos que lucran con la ocupación de predios.
Los invasores de vivienda —muchos de los cuales forman parte de organizaciones criminales en las que participan funcionarios públicos y notarios—, no tendrán de qué preocuparse, el gobierno de la 4T legalizará su ocupación ilegal.
El mensaje perverso de Romero es que no es necesario hacer sacrificios, como los de millones de familias, para ir dando los abonos que les permitirán en 20 años o más adquirir una modesta vivienda, que basta con meterse a la mala, utilizando la violencia o el engaño porque el Supremo Gobierno les garantizará su posesión.
¿Qué les deja el gobierno obradorista a los legítimos propietarios cuyas casas han sido invadidas? ¿Tomar la ley por sus propias manos, como lo hizo doña Carlota, la “justiciera de Chalco”, harta de la inacción de las autoridades? La Ley de la Selva.
Posdata. Lo que sigue proviene del prólogo de Bernard Crick a Rebelión en la granja de George Orwell: “Ante todo es un aviso a los periodistas ingleses de izquierda y a los intelectuales en general: recuerden que la deshonestidad y la cobardía siempre se pagan. No vayan a creerse que por años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régimen soviético o de otro cualquiera y después pueden volver repetidamente a la honestidad intelectual. Eso es prostitución y nada más que prostitución”. Orwell sostiene que la cobardía es una amenaza tan grande para la libertad como la autocensura: “Libertad —decía Orwell en frase memorable— significa el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”. Y él se dedicó a esa tarea con todas sus fuerzas.
Presidente de GCI. @alfonsozarate