Una parte medular del ejercicio de gobierno se ha desplegado desde el atril instalado en el salón Tesorería de Palacio Nacional. Desde allí el titular del Poder Ejecutivo ha ofrecido su visión sobre la historia de México y los grandes temas del país, desde allí guía, pontifica, inspira, intimida, se contradice y miente.

La conferencia mañanera tiene en el presidente un efecto catártico y, de alguna manera, reemplaza las visitas al psiquiatra. Insultar, intimidar o denunciar le produce un efecto liberador, por eso si no tiene adversarios los inventa.

En el ejercicio de gobernar, López Obrador es asistido por un personaje extraño que define qué noticias le acerca y cuáles le esconde, le provee de expedientes truqueados de sus adversarios y le calienta la cabeza, se llama Jesús Ramírez Cuevas, quien además se encarga de filtrar y definir quiénes tienen acceso a la conferencia mañanera (el más grotesco, un sujeto apodado Lord Molécula), así como sus preguntas a modo.

La información que maneja el presidente en las conferencias matutinas es la que le suministra Jesús Ramírez: las portadas críticas de algunos periódicos y revistas mexicanas y extranjeras y de paso los expedientes “negros” que el vocero arma con la información que proviene de distintas áreas, principalmente de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), el Servicio de Administración Tributaria (SAT) y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

No hay mucho margen para la improvisación, nada de que como mi pecho no es bodega, suelto lo que traigo adentro. Las conferencias diarias obligan a una preparación cuidadosa del equipo de la vocería como lo prueban los apuntes que le ponen en el atril, las preguntas a modo y el material siempre a la mano que se proyecta en la pantalla. Cuando el Presidente pregunta: “¿No tendremos la imagen del consejo consultivo de Mexicanos contra la Corrupción?” Sabe perfectamente que ya la tienen lista y en cuestión de segundos la proyectan en la pantalla.

Es una relación de codependencia la que existe entre el presidente y su coordinador de comunicación y, en ese maridaje, Jesús ha sabido aprovecharse de las flaquezas del presidente, de su desconfianza y su pretendido martirologio para convertirse —a diferencia de la mayoría de integrantes del gabinete, verdaderos “floreros”— en un poder real de este gobierno.

El consejero áulico aprovecha las fobias y miedos del presidente para consolidar en su mente la existencia de conspiraciones y si en estas puede sugerir la participación de alguien cercano al expresidente Felipe Calderón —como Genaro García Luna, Claudio X. González (padre e hijo) o de ciertos intereses extranjeros— mucho mejor.

¿En qué invertirá Ramírez Cuevas ese poder acumulado? Será el principal infiltrado en el equipo de Claudia. Nadie como él para tener al día al señor de Palenque.

Posdata

El 5 de febrero de 1903, una manta se desplegó en las oficinas del periódico El hijo del Ahuizote: “La Constitución ha muerto”.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario. @alfonsozarate

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