Para Ana Isabel, por sus sueños cumplidos, que son los míos.
Las horas transcurren lentas, pesadas, agobiantes y después de una semana, la gente de esa comunidad aún espera el milagro de que sus maridos, hijos, padres o hermanos, regresen con vida o, al menos, regresen.
El accidente que mantiene atrapados a 10 mineros en la mina “El Pinabete”, en Sabinas, no es una excepción, muchas minas de México, particularmente las de carbón, operan en circunstancias lastimosas: con duras condiciones de trabajo y precarización del empleo, a lo que se agrega la deficiente supervisión por parte de las autoridades, lo que impide identificar deficiencias y, en su caso, ordenar las sanciones y las correcciones necesarias. Algo inaudito: transcurrida más de una semana, todavía no se da a conocer el nombre de la empresa concesionaria y de su propietario o propietarios.
Pero está también otro ingrediente: la corrupción de inspectores de la STPS, que suelen recibir sobornos de las empresas para dictaminar como saludables condiciones de trabajo oprobiosas; y qué decir de las organizaciones sindicales que suscriben contratos de protección y cuyos líderes lucran con la pobreza de los trabajadores.
Las ganancias de las empresas mineras suelen ser extraordinarias, pero es poco lo que pagan en impuestos (representa menos del 1% de la recaudación total del gobierno) y aún menos lo que invierten para mantener las condiciones necesarias de seguridad para su personal, lo que podría evitar estas tragedias. En 2006 el país se sacudió ante la explosión en Pasta de Conchos, en la que 65 mineros perdieron la vida, pero no es un caso único, antes y después de Pasta de Conchos se multiplican los accidentes.
La explotación de los mineros, no es reciente ni solo se da en México. Atahualpa Yupanqui, trovador, poeta y escritor de los años de la rebeldía juvenil (a finales de la década de los 60 del siglo pasado), compuso “Preguntitas sobre Dios”, una canción herética que expresa el reclamo ante la ausencia de Dios entre los más necesitados; una de sus estrofas viene al caso:
Un día pregunté yo: ¿padre qué sabes de Dios? Mi padre se puso serio y nada me respondió.
Mi padre murió en la mina sin doctor ni curación. Color de sangre minera tiene el oro del patrón.
La canción terminaba con este verso implacable:
Hay un asunto en la tierra más importante que Dios y es que nadie escupa sangre pa’ que otro viva mejor.
¿Que Dios vela por los pobres?, tal vez sí o tal vez no, pero es seguro que almuerza en la mesa del patrón.
Lo más triste es que, después del momentáneo sacudimiento por los hechos de Agujita, no pasará nada. “Las investigaciones sobre los responsables las dejamos para después”, ha dicho el presidente. Los concesionarios tramposos, el gobierno y los sindicatos seguirán simulando sin hacer lo que les toca para evitar tragedias como esta que enluta a tantas familias. Como lo advertía Atahualpa Yupanqui, sangre minera seguirá manchando de rojo el oro del patrón.
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.
@alfonsozarate