Mañana se cumplen cuatro años de aquel día cuando Andrés Manuel llegó, finalmente, a la meta. Ante hechos consumados y previo acuerdo furtivo, Enrique Peña Nieto abandonó la plaza y el tabasqueño empezó a gobernar.
Cuatro años parecerían suficientes para descubrir qué es la 4T y cuáles han sido, si las hay, las transformaciones medulares que permitirían alardear de una mutación de dimensión histórica, como la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Quizás sirva para valorar la desmesura recordar que se habla de la Constitución de 1917 y no de la de 1857 reformada, porque el constituyente de Querétaro tocó los “principios políticos fundamentales”, convirtiendo a ese texto en la primera constitución social del siglo XX.
Va otro ejemplo más reciente. Salinas de Gortari tomó posesión de la Presidencia después de una elección contaminada por el fraude, en el que el hoy “purificado” Manuel Bartlett, fue figura principalísima. En los primeros días de su gobierno, Salinas metió a la cárcel a Joaquín Hernández Galicia, La Quina, junto a todo el grupo directivo del poderoso sindicato petrolero y mandó a retiro al profesor Carlos Jonguitud. Pero también encarceló al casa-bolsista Eduardo Legorreta Chauvet, hermano de quien entonces presidía el CCE, y al capo mayor del narcotráfico: Miguel Ángel Félix Gallardo, quien permanece en prisión. Para enviar la señal de “quién manda aquí”, Salinas no canceló algún ambicioso proyecto heredado —como Andrés Manuel con el nuevo aeropuerto de Texcoco—. Tras los golpes espectaculares, nadie dudaba dónde residía el poder en México.
En la esfera legislativa emprendió una serie de reformas que sacudieron los “principios políticos fundamentales” de la Constitución: el Artículo 3º, relativo a la educación; el 27, sobre la propiedad agraria; el 130, que rige las relaciones del Estado con las iglesias. Trastocó lo que, hasta entonces, parecía intocable.
La privatización de las empresas públicas que inició en el gobierno de Miguel de la Madrid —el neoliberalismo se abría paso por todo el mundo— alcanzó su clímax durante el mandato de Salinas con la privatización de casi un millar de empresas. Las fortunas de los beneficiarios alcanzaron dimensiones incuantificables, por cierto, algunos de ellos, entonces calificados como “una minoría rapaz” por López Obrador, hoy son sus amigos, parte de su Consejo Empresarial Asesor y beneficiarios de jugosos contratos.
Para combatir la pobreza, Salinas implantó Solidaridad, un programa que involucraba la organización comunitaria en las tareas de su propio desarrollo, y negoció el TLC con Norteamérica sin ceder a las pretensiones de sus socios de entrarle al jugoso petróleo mexicano.
Sin embargo, durante su mandato nunca tuvo la desmesura de hablar de una Cuarta Transformación o algo así. Y hoy vale preguntar: además de derruir instituciones, solapar a los criminales, desestructurar el sistema de salud y entregarle poder y negocios a los militares, ¿cuáles son las mutaciones de gran calado que permiten, en un discurso fantasioso, hablar de un cambio de régimen o de “un momento estelar en la historia de México”? Además del clientelar reparto de dinero y los arrumacos al pueblo, ¿qué celebra la 4T?
@alfonsozarate
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