La pieza que faltaba para completar el lóbrego rompecabezas surgido del resentimiento está a punto de colocarse en el tablero. Desaparecidos los órganos reguladores autónomos, afirmada mediante las peores artes la prevalencia de Morena en el Ejecutivo y el Legislativo, lo único que faltaba, el Poder Judicial de la Federación, caerá también en manos de López Obrador que lo ejercerá a través de sujetos seleccionados por su militancia y obsecuencia que tendrán la potestad de hacer justicia a su modo.

No cabe duda, la Reforma Judicial y la elección de los juzgadores fueron diseñadas para que Morena tuviera el control absoluto de la judicatura, pero además, dejan intersticios por los cuales se colaron los candidatos de los poderes fácticos, legales o ilegales.

Las condiciones que hicieron posible esta aberración incluyeron una elección de Estado abastecida por las pensiones sociales (“amor con amor se paga”), el “convencimiento” vía compra o intimidación de los legisladores que requerían para fabricar la mayoría calificada, y la captura de consejeros del INE y magistrados del TEPJF; así pudieron meterle mano a la Constitución y desfigurar el régimen democrático.

Todo el armazón que en las últimas décadas garantizaba la pulcritud de las elecciones, fue desmantelado para la elección del próximo domingo: se redujo el presupuesto de tal manera que tendremos menos casillas y más alejadas, boletas ininteligibles y el hecho de que las sobrantes no serán anuladas, no habrá sábanas con los resultados, los funcionarios de casilla no contarán los votos, etc. De pronto aparece el fantasma de un pasado ominoso: las urnas embarazadas, el carrusel, el voto corporativo... El voto que se impondrá este domingo es el voto “i”: inventado, inducido, impuesto.

La reforma reemplazará a los juzgadores profesionales, algunos ciertamente corruptos e ineficientes, por jueces de consigna y en esa nueva estructura, el Tribunal de Disciplina Judicial alineará o castigará a los juzgadores que aún crean que “la ley es la ley”.

Ya sabemos quiénes serán las ministras que integrarán el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la única duda está en quien presidirá la Corte, posición de altísima relevancia política; más allá de especulaciones, la decisión se tomará en Palenque o donde esté el que manda.

Estamos ante la captura total del Estado. Lo que viene es un momento triste para el país. Sin embargo, en el discurso oficial al elegir a los juzgadores México se convierte en el país más democrático sobre la faz de la tierra; cómo dudarlo con jueces surgidos de una tómbola y de un “acordeón”. El voto del pueblo, de una parte minúscula del pueblo, hará el milagro: una justicia pronta y expedita. No importa que la mayoría de los electores vaya a votar por consigna o a lo tarugo porque según el dogma imperante: el pueblo es sabio y todo lo purifica.

Presidente de GCI. @alfonsozarate

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