El gobierno de Morena desapareció a la Policía Federal y con ella, al cuerpo integrado por elementos especializados en protección de autopistas, como lo era la Policía de Caminos, órgano profesional que contaba con 90 años de servicio y cuya ausencia ha causado que grupos delincuenciales se adueñen de carreteras y autopistas. Todo un desastre.
Robos, asaltos, extorsiones, secuestros, enfrentamientos y muerte son la constante en las carreteras de México, lo cual se debe al abandono institucional que la actual administración pública federal ha hecho de la seguridad en el país.
Hoy constatamos que no hubo planeación, estrategia ni inteligencia en las radicales decisiones que este nefasto gobierno tomó y que se han traducido en dolor humano, crisis y cancelación de oportunidades.
De acuerdo con el Censo Nacional de Seguridad Pública Federal que realiza el INEGI, los robos y asaltos han tenido un incremento constante en lo que va del actual sexenio, sin que exista una respuesta o planteamiento de solución.
¿Por qué marchan los transportistas y se manifiestan en las entradas a la Ciudad de México? Porque los están matando, porque los secuestran y les roban su único medio de supervivencia y en lugar de recibir atención y solución por parte del gobierno, éste los agrede, descalifica, ignora y recorta aún más el presupuesto destinado a carreteras.
Desde conductores con sus familias hasta empresas de transporte, todos sufren el riesgo constante de transitar por redes carreteras intestadas de delincuentes que cada día se muestran más violentos para obligarte a detener y arrebatarte lo que puedan.
El impacto económico de la inseguridad en carreteras no es menor, pues los distribuidores se ven obligados a asumir costos adicionales debido a la necesidad de implementar medidas de seguridad como escoltas o sistemas de monitoreo, así como seguros. Estos costos, a su vez, se trasladan a los consumidores por medio de precios más altos.
Todo lo anterior deriva en una menor conectividad y desarrollo económico para amplias regiones del país.
La inseguridad en carreteras también tiene un impacto en la calidad de vida de la sociedad, pues la sensación de miedo constante dificulta la movilidad y limita las actividades cotidianas. Cada vez más, las personas optan por evitar viajar o restringen sus movimientos a ciertas horas del día, lo cual es trágico para un país que tiene en el turismo, comercio y exportación gran parte de sus actividades económicas.
Por tales razones, Xóchitl Gálvez Ruíz ha expresado su apoyo a transportistas y víctimas de la inseguridad en carreteras, al tiempo de señalar que se debe invertir, sin regateos, en seguridad y mantenimiento de infraestructura. Solo así recuperaremos el camino.