Hoy 27 de septiembre se conmemoran 200 años de la consumación de la Independencia de México, producto de la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la capital del país. Esto trae a la memoria la vida y obra de uno los personajes más sobresalientes y polémicos de la historia nacional, Agustín de Iturbide.

Los debates y críticas en torno a su participación en el movimiento de Independencia han ocasionado que se preste poca atención a lo que sucedió con su familia, a pesar de que sus descendientes desempeñaron también un papel preponderante no solo en el devenir de México, sino incluso en el de los Estados Unidos.

Tras la muerte de Agustín de Iturbide, su esposa e hijos abandonaron México y siguieron sus vidas en el vecino país del norte. Ángel de Iturbide, hijo del emperador, se educó en la Universidad de Georgetown y contrajo nupcias con Alice Green, a su vez bisnieta del general Uriah Forrest, quien luchó junto con George Washington durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Ambos vivieron en la histórica residencia de Rosedale, que recibió a destacadas figuras de la política norteamericana, como el expresidente John Adams.

Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?
Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?

Retrato de Iturbide en la colección de la Universidad de Georgetown.

Del matrimonio de Ángel y Alice nació Agustín de Iturbide y Green, considerado el príncipe heredero por quienes añoraban el restablecimiento de la monarquía en México. Esto se debió a que el primogénito del emperador no tuvo descendientes, por lo que la línea sucesoria recaería en su próximo hijo varón, es decir, Ángel de Iturbide y, por consiguiente, en su nieto, Agustín de Iturbide y Green, a quien llamaremos Agustín III para efectos prácticos. Este personaje nació en 1863, cuando nuestro país se encontraba en las vísperas de otro experimento imperial, ahora fruto de la invasión francesa.

El nuevo emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota tuvieron un encuentro con los Iturbide en México. En él, Maximiliano propuso a Ángel tomar a su hijo Agustín III bajo una especie de custodia, ya que el matrimonio imperial, por algún motivo, no había podido procrear. A pesar de que en un principio la esposa de Ángel, Alice Green, no parecía estar de acuerdo con este ofrecimiento, al final accedió a que su hijo se quedara con los Habsburgo y viviera con ellos en el Castillo de Chapultepec.

Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?
Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?

Agustín de Iturbide y Green.

Hasta la fecha no se conocen las razones por las que los Habsburgo y los Iturbide llegaron a este acuerdo, que en su tiempo generó bastante bullicio en los periódicos de ambos lados de la frontera. Quizá Maximiliano y Carlota pensaron que, al tutelar al nieto de Agustín de Iturbide, podrían generar simpatía con la sociedad mexicana y eventualmente dotar a su régimen de cierta legitimidad. Tal vez consideraron que el Segundo Imperio Mexicano estaría asegurado si se quedaba en manos de un Iturbide. Cabe recordar que la pareja imperial ya había buscado adoptar a un sobrino de Maximiliano, pero este intento resultó fallido.

Por lo que respecta a los padres de Agustín III, probablemente aceptaron este ofrecimiento por el anhelo de volver a ser parte de un imperio, obtener títulos nobiliarios, mayores recursos financieros, o incluso continuar con la misión de Agustín de Iturbide. Sin embargo, a tan solo unos meses de haberse consumado el acto, Alice Green reclamó la devolución de su hijo y acusó al emperador Maximiliano de secuestro frente a las autoridades estadounidenses. Llegó a tener una audiencia con quien fungió como secretario de Estado del presidente Abraham Lincoln, William Seward, para pedirle que intercediera en su caso y, gracias a gestiones diplomáticas, se encontró con la emperatriz Carlota en Europa para solicitar la reconsideración del convenio. Ambos encuentros fueron poco fructíferos.

Como sabemos, el imperio de Maximiliano no duró mucho tiempo, pues no contaba con el suficiente apoyo dentro y fuera de México, y jamás logró controlar el territorio nacional. Cuando el monarca se hallaba bajo el asedio de las fuerzas liberales y era claro que se acercaba a su fin, Maximiliano aceptó que Agustín III, entonces de cuatro años, volviera con sus padres. El segundo emperador que había tenido México corrió con la misma suerte que su antecesor: en 1867 fue apresado y ejecutado.

La familia Iturbide se reencontró nuevamente en La Habana, Cuba, para regresar a Washington, D.C. El padre de Agustín III, Ángel de Iturbide, trabajaba en la Legación de México en Estados Unidos. Él fallecería poco después, en 1872, por lo que su esposa Alice se encargó de la crianza de su hijo, quien permaneció con ella en D.C. hasta 1875, cuando se embarcó hacia Bélgica para realizar algunos estudios universitarios. Más tarde volvería a Washington para finalizar la licenciatura y cursar un posgrado en la misma universidad donde había estudiado su padre, Georgetown. Agustín III fue el orador en su graduación debido a su brillante desempeño como estudiante y su distinguida participación en certámenes de debate.

A pesar de todos los avatares que sufrió su familia, Agustín III volvió a México en 1887 para integrarse al ejército, quizá con la esperanza de seguir los pasos de su abuelo. Sin embargo, esta hazaña no fue muy provechosa, pues Agustín III, quien en aquel tiempo se decía republicano, criticó al régimen del presidente Díaz en un artículo publicado en Nueva York y en diversas cartas. Por estas acciones fue juzgado ante un tribunal militar y condenado a un año de prisión, el cual compurgó.

Al salir libre, y repitiendo la historia familiar, fue enviado nuevamente al exilio, así que se asentó definitivamente en Washington y se empleó como traductor y profesor en Georgetown. Después conoció a Louise Kearney, hija de un general estadounidense, con quien se casó. Agustín III seguiría dando clases hasta su muerte por tuberculosis en 1925. Sus restos yacen junto a los de su abuela, Ana María Huarte de Iturbide, en la capilla de San Juan Evangelista, en Filadelfia, Pensilvania. Louise vivió hasta 1967.

Toda esta fascinante historia se encuentra registrada en múltiples archivos tanto en México como en Estados Unidos. La mayor parte de los documentos, objetos de valor y correspondencia estuvieron en manos de los hijos mayores de Agustín de Iturbide. Tras la muerte de ellos, gran parte del archivo quedó en posesión de Agustín III y, en consecuencia, de su viuda, Louise Kearney. Al final, estos documentos fueron divididos en al menos tres partes: una permaneció en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, otra en la Universidad Católica de América (ubicada también en Washington) y una más en la Universidad de Georgetown.

En el caso del archivo que se encuentra en la Biblioteca del Congreso, los documentos fueron comprados a Agustín III entre 1911 y 1912, mientras era profesor de la Universidad de Georgetown. Esta colección incluye documentos personales, militares y civiles de Agustín de Iturbide, incluido un diario, correspondencia oficial y el expediente de un litigio por medio del cual su familia demandaba la propiedad de terrenos en California, antes de que este territorio se anexara a Estados Unidos, así como el reclamo del pago de una pensión por parte del gobierno mexicano. Quizá lo más relevante de este archivo sean los manuscritos emitidos durante el Primer Imperio y una copia original del Plan de Iguala de 1821.

Cuando Agustín III falleció, una parte del archivo seguía en manos de su esposa, Louise Kearney, quien se acercó a la Universidad Católica de América gracias al reverendo James Magner, quien trabajaba ahí y organizaba viajes en los que participó Louise. Producto de esta vinculación y al interés que despertó en Magner la historia de la familia Iturbide, Louise decidió donarle el resto del archivo familiar para que formara parte del acervo de la universidad, con una única condición: “que el archivo no regresara a México”, esto quizá derivado de la falta de reconocimiento oficial al emperador, Agustín de Iturbide. El archivo sería titulado “Kearney-Iturbide Collection”.

Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?
Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?

Escudo de armas.

Esta colección, además de documentos oficiales, cuenta con legajos personales de Agustín III y Louise Kearney, así como recortes de periódicos, libros, revistas, retratos, fotografías, monedas, un escudo de armas, entre otros objetos. Quizá lo que se ha vuelto más popular de la colección es también una copia del Plan de Iguala y la Proclama del Emperador al Ejército Trigarante.

Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?
Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?

Joyas y monedas de la colección Iturbide en la Universidad Católica de América.

En el caso de Georgetown, el archivo fue adquirido en 1994 y sería titulado “Agustín de Iturbide Collection”. Este acervo incluye un retrato al óleo de Agustín de Iturbide y una carta firmada por Maximiliano, entre otros documentos. Cabe destacar que la Universidad de Georgetown es depositaria de los “Maryland Province Archives”, que contienen correspondencia entre el sacerdote José López y Agustín de Iturbide. El padre López fue capellán de la familia Iturbide por muchos años y por un breve periodo fue presidente de la Universidad de Georgetown.

Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?
Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?

Plan de Iguala.

Sería imposible detallar en esta columna el contenido de estas colecciones especiales, pero el hecho no solo de que existan, sino que generen tal interés en las principales universidades de Washington y en la Biblioteca del Congreso, revela la preeminencia de Iturbide y de su historia familiar para Estados Unidos. No obstante, a pesar de estos archivos, es sumamente escaso lo que se ha escrito sobre los descendientes de Agustín de Iturbide. Quizá uno de los mejores trabajos que he conocido hasta ahora, debido a su profusa investigación, es la novela de C.M. Mayo The Last Prince of the Mexican Empire, publicada en 2010.

Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?
Agustín de Iturbide y Green, ¿príncipe heredero?

Moneda imperial.

Finalmente, más allá de caer en simplismos, como el sueño romántico de volver a una monarquía, o insistir en el vituperio contra Agustín de Iturbide, vale la pena estudiar al personaje en su contexto y aprovechar estas colecciones para conocerlo desde otra perspectiva. Sin duda, esto nos muestra solo una pequeña porción de todo lo que se podría escudriñar en torno a la historia de México desde el exterior.

Es evidente, entonces, que los vasos comunicantes entre ambos países van más allá del plano económico, pues de igual forma los nutren decenas de historias familiares como las de Ángel de Iturbide y Alice Green, o Agustín III y Louise Kearney, así como muchas otras, que a lo largo de los años se han ido forjando en ambos lados de la frontera. Quizá esas anécdotas y cabos sueltos de los que poco se conoce podrían ayudar a generar un panorama más claro de nuestro pasado que nos permita transitar hacia una narrativa más equilibrada de la historia nacional.

@alejandrompgr
Créditos de las fotografías: Universidad Católica de América y Universidad de Georgetown.

Google News

TEMAS RELACIONADOS