Netflix sacudió la industria del entretenimiento cuando anunció la compra de Warner Bros por casi 83 mil millones de dólares, lo que incluiría los estudios de cine y televisión, así como HBO Max y HBO. En palabras de Netflix a través de correos electrónicos enviados a sus propios usuarios, “esta adquisición une nuestro servicio líder en entretenimiento con las icónicas historias de Warner Bros, lo que reúne a algunas de las franquicias favoritas del público como Harry Potter, Friends, The Big Bang Theory, Casablanca, Games of Thrones y el Universo DC con títulos emblemáticos como Stranger Things, Marlina, El Juego del Calamar, Bridgerton y Las Guerreras K-Pop”. La operación está sujeta a las aprobaciones regulatorias alrededor del mundo.

Como es fácil observar, esta transacción no sólo generaría un traslape horizontal en los servicios de streaming entre el líder del mercado y uno de sus principales competidores, sino además un efecto vertical que fortalecería el acceso y distribución de contenidos de alta valoración para el público (incluso algunos títulos ya forman parte de la cultura popular). En otras palabras, además del salto en la cuota de mercado que tendría que ser analizado por cada país, Netflix controlaría a un proveedor importantísimo que le podría ofrecer exclusividades extensas, así como la posibilidad de obstaculizar el acceso a contenidos y degradar las condiciones de su uso a sus rivales. El nuevo grupo acumularía un poderoso portafolio de franquicias que fortalecería su posición competitiva y potencializaría los efectos de red: más catálogos, más usuarios, más datos, más mercado. Todo esto dependerá de qué tan importante sean vistos estos insumos para que las demás plataformas puedan competir eficazmente; asimismo, de la manera en que el comprador plantee administrar las licencias presentes y futuras.

No parece cualquier cosa frente a los parámetros de análisis tradicionales de las autoridades de competencia alrededor del mundo, que suelen evaluar que tanto una transacción genera una posición de dominio o aumenta una posición de dominio preexistente. Muchos otros temas interesantes surgirán a propósito de esta transacción. Por ejemplo, ¿cuál es el mercado relevante? Algunos opinarán que las plataformas de streaming como Netflix, HBO Max, Prime Video, Disney, Apple TV y Paramount compiten con redes sociales como Youtube o con servicios de televisión abierta o restringida. Para otros el streaming cuenta con características muy particulares y está claramente diferenciado frente al consumidor. Podría incluso estar sucediendo un fenómeno de sustitución asimétrica, donde los servicios de streaming desplazan hasta cierto punto a la televisión, pero no al revés. Otra pregunta relevante que las autoridades tendrán que formularse es qué sucederá con los precios, pues el costo de la adquisición es sustancial y Netflix estaría integrando un catálogo atractivo a su oferta. Es válido que un aumento de precio refleje un valor agregado en beneficio del cliente, pero esto no siempre sucede en mercados de baja contestabilidad, donde el productor tiene mayor margen para fijar precios y elevar márgenes. Es cierto que en transacciones de esta magnitud pueden existir múltiples eficiencias, pero tocará a las empresas explicar, probar y convencer.

Otra gran complicación es que la transacción es mundial y, si bien serán muchas jurisdicciones donde ésta tenga que notificarse por el valor que representa el negocio local, los activos productivos y operativos están concentrados en pocos lugares. ¿Que pasaría, por ejemplo, si la transacción es aprobada en Estados Unidos y Europa y no así en México? ¿Como podrían operar los negocios de manera independiente cuando quedaron integrados en esos lugares?

Finalmente, existen preocupaciones válidas en otros frentes. Algunos gremios temen a la concentración en el poder de compra y a la existencia de menos compradores en la industria, lo que repercutiría a su decir en las condiciones y precios de guiones, producciones y servicios creativos, con la consiguiente afectación en salarios y diversidad. Esto cobra relevancia porque en años recientes ha tomado mayor atención la afectación que pudiera generarse en los mercados laborales.

La historia apenas inicia, pues cuando escribía esta columna Paramount desafiaba a Netflix con una oferta superior a los 100 mil millones de dólares. Habrá que estar atentos al desenlace de esta historia y a todo el análisis multijurisdiccional que se avecina.

*Maestro en Derecho por Oxford. Especialista en regulación y competencia. Socio Director de Faya & Associates.

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