A la Tana, amiga inmensa

El día jueves 29 de mayo, tibio aún, nos reunimos un grupo de amigos y profesores para charlar sobre la obra Metafísica ambiental por venir I. De la decolonialidad, de la praxis y de la coyuntura (UAM, 2024), de Carlos Juan Núñez Rodríguez. Coincidimos en que se inscribe en un momento de urgencia civilizatoria, donde pensar la vida y el futuro del planeta requiere más que soluciones técnicas: exige una transformación radical del pensamiento. Este argumento se aborda en esta obra desde distintas perspectivas, destacando su potencia crítica, su densidad conceptual y su aporte a una reconfiguración profunda de la relación entre humanidad, naturaleza y conocimiento. Lo que sigue es la recolección de las ideas expuestas, es decir, es un recorrido articulado por sus interpretaciones, para relevar los nudos conceptuales que hacen de esta obra una intervención filosófica necesaria.

Praxis, otredad y decolonialidad, en este nudo analítico se encuentra la apuesta de Susana García, destacando el relieve de la ética. Para Susana García, Metafísica ambiental por venir I es, ante todo, una ambiciosa propuesta filosófica que reclama una nueva metafísica para pensar la vida desde América Latina. A partir de un método ético-crítico, Núñez visibiliza aquello que ha sido sistemáticamente negado: la exterioridad, los sujetos despojados, la materialidad de la vida misma. García destaca la centralidad de la praxis como articulación entre ética, política y afectividad, y valora que el texto no se limite a un diagnóstico, sino que proponga nuevas formas de habitar el mundo.

La autora ubica a Núñez en diálogo con pensadores como Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Rita Segato y Boaventura de Sousa Santos, entre otros, y subraya que su propuesta se inscribe en la crítica al sistema mundo colonial. La decolonialidad, en este sentido, no es una categoría decorativa sino una ruptura concreta con los dispositivos de conocimiento hegemónicos. Lo que García valora especialmente es la voluntad de Núñez de recuperar saberes negados, sobre todo los provenientes de los pueblos originarios, sin recaer en esencialismos, sino como forma de resistencia epistémica frente al pensamiento totalizante de la modernidad europea.

Por su parte, Antonio Elías Zarur dirige inicialmente su mirada hacia la filosofía, la administración y la justicia. Desde un enfoque distinto pero complementario, Antonio Elías Zarur resalta la importancia del texto para los campos de la administración y la filosofía. A partir de una lectura que entrelaza el pensamiento de Foucault y Adorno, Elías Zarur entiende la metafísica ambiental como una forma de pensamiento que rebasa lo evidente, y que permite dotar de sentido a las prácticas de gestión y planeación en contextos complejos. Su articulación con hechos tan dolorosos como la invasión a Vietnam y el uso del napalm (acrónimo de los productos con que se fabrica, ácido nafténico y ácido palmítico), así como el genocidio en acción en Gaza, pusieron de relieve el alcance de la obra que se comenta.

Zarur interpreta la obra de Núñez como una herramienta para la transformación del mundo: una filosofía orientada a la justicia, que comprende la realidad para intervenirla críticamente. En su análisis, cobra relevancia el concepto de “dispositivo” (impronta de Foucault), que permite pensar cómo las estructuras de poder y saber moldean nuestras formas de vivir. La metafísica ambiental no es, así, una disquisición abstracta, sino una invitación a revisar críticamente las categorías con las que interpretamos la modernidad y sus promesas incumplidas.

En el caso de Sergio Tamayo, su rendija analítica aborda lo referente a la crítica a la modernidad. Sin anestesia, Sergio Tamayo se detiene en la dimensión estructural del texto, destacando el modo en que Núñez construye una tesis, una antítesis y una síntesis, al modo de una dialéctica filosófica que no se agota en la abstracción. Tamayo observa que el autor se propone deconstruir concepciones coloniales profundamente arraigadas, y que su apuesta ética va mucho más allá del pragmatismo ambiental o de los paliativos institucionales.

Para Tamayo, lo central de la propuesta de Núñez es su capacidad de pensar la coyuntura no como una mera situación de crisis, sino como un umbral para imaginar el cambio social. En un momento de colapso ecológico global, el libro exige una renovación de las utopías y una reconfiguración del vínculo entre cuerpo, cultura y ambiente. La vida, como cuestión ética y política, se convierte así en el núcleo de una metafísica por venir.

Como ruptura civilizatoria y horizonte pluriversal, coincido en la charla con lo expuesto por los colegas, en que se trata de una obra densa y comprometida, cuya principal fortaleza es vincular decolonialidad, praxis y coyuntura en una única apuesta conceptual. En su análisis, la crisis ecológica actual no es un problema de mala gestión o falta de voluntad política o del descuido al cerrar la llave del agua, por ejemplo, sino la expresión de una matriz civilizatoria que separa humanidad y naturaleza, y legitima el dominio sobre todo lo viviente.

Como lo señalé en la conversación, resalto el diálogo que Núñez establece con saberes indígenas, tradiciones filosóficas críticas del norte global y propuestas latinoamericanas como el “buen vivir” o la “pluriversidad”. Sin caer en idealizaciones, el autor sostiene que solo una nueva metafísica —situada, insurgente, comprometida con los territorios— puede abrir horizontes de transformación reales. Leer un documento de la calidad y complejidad como el que se comenta, por su alta densidad conceptual y la exigencia del conocimiento, al menos mínimo, de parte de los autores centrales referidos, puede dificultar su acceso. Empero, sin concesiones, se trata de una obra imprescindible por su radicalidad crítica y su apuesta política clara: la defensa de la vida frente a una civilización en colapso.

Como producto académico, evoca una intervención teórica urgente; como tarea militante, sin dejar de destacar su potencia crítica, se pone en evidencia el relieve de la tarea de transformar (transformándose) y su voluntad de abrir caminos de pensamiento en un tiempo marcado por la devastación. Nuestro joven colega de UAM Azcapotzalco nos interpela desde una filosofía de la vida común, no como utopía ingenua, sino como horizonte necesario frente al naufragio civilizatorio. Tal vez, como se propone en la lectura colectiva, sólo una metafísica ambiental situada, afectiva y decolonial pueda ayudarnos a habitar de nuevo —y de otro modo— este mundo herido.

PS.

1. Link del documento:

https://www.academia.edu/128720959/Metaf%C3%ADsica_ambiental_por_venir_I_De_la_decolonialidad_de_la_praxis_de_la_coyuntura

2. El domingo a votar

3. No olvidemos el dolor del pueblo palestino

(UAM) alexpinosa@hotmail.com

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