El sueño americano se convirtió en una verdadera pesadilla, y el despertar no hizo sino corroborar la magnitud de la imprudencia a la que ha llegado el gobierno de Estados Unidos, al extremo de que el presidente Donald Trump, ha ordenado al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de ese país realizar “la mayor operación de deportación masiva de la historia”, vulnerando los derechos, no solo de los trabajadores migrantes a ese país, sino incluso de los propios norteamericanos.
Como lo señaló recientemente el periodista de la CBS, Scott Pelley, en un discurso en la Universidad Wake Forest de Salem, Carolina del Norte, “Nuestro estado de derecho está siendo atacado, las universidades están siendo atacadas, la libertad de expresión está siendo atacada, y un miedo alarmista se está extendiendo por nuestras escuelas, nuestras empresas, nuestros hogares y hasta nuestros pensamientos”. Y se preguntó “¿Miedo a hablar en Estados Unidos? ¿Por qué atacar a las universidades?, ¿por qué atacar al periodismo?… Porque la ignorancia sirve al poder. Primero haz que quienes buscan la verdad vivan con miedo. El poder puede cambiar el significado de las palabras que usamos para describir la realidad. La diversidad ahora se describe como ilegal; la equidad se desprecia; la inclusión es una palabra sucia. Están siguiendo un manual no hay nada nuevo en esto”.
Se promueven campañas supremacistas inspiradas en el lema de campaña “America first”, que reivindican la supremacía blanca y llaman: “Ayuda a tu país y a ti mismo. Denuncia a todos los invasores extranjeros”. Aunque se persigue a los disidentes norteamericanos, a quienes denuncian las complicidades en el genocidio israelí en Gaza y en la enorme provocación que representan los ataques a Irán, han dejado claro que la sentencia de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia ha quedado superada. La historia continúa su incesante movimiento y los “consensos” posteriores al colapso del modelo soviético y la Guerra Fría, que se cristalizaban con la democracia liberal occidental y la economía de mercado, radicalizada durante el neoliberalismo, se resquebrajan.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, primero en 2017 y luego en 2025, ha sido un punto de inflexión para la política interna de Estados Unidos y para el orden global. A diferencia de sus antecesores, Trump ha abandonado la retórica de buen vecino, de demócrata y defensor de derechos humanos para avanzar una agenda regresiva.
Como parte de su estrategia para expulsar a migrantes de las ciudades santuario, se impulsó la Operación Safeguard; el 6 junio el ICE y FBI llevaron a cabo operativos simultáneos en Los Ángeles y otras ciudades, violando acuerdos internacionales y normas de derechos humanos como la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados; la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; así como los Principios de Derecho Internacional Consuetudinario.
La respuesta de la población migrante y de la sociedad norteamericana ha sido contundente saliendo a las calles para protestar contra estas acciones ilegales y contrarias a los derechos humanos. El movimiento 50501, denominado así para convocar en 50 estados a 50 protestas en un solo un movimiento, sumó a cientos de miles de personas, el 14 de junio en el día “No Kings Day”, (Sin reyes), en clara oposición a la política imperial del presidente Trump.
Esta manifestación coincidió con las celebraciones por los 250 años del ejército de los Estados Unidos y con el cumpleaños 79 de Donald Trump, lo que no puede evitar la asociación con la fastuosa celebración que Porfirio Díaz realizó con motivo del Centenario de la Independencia en 1910, las festividades del 15 de septiembre y su cumpleaños pocas semanas antes del inicio de la Revolución en nuestro país.
Lo sucedido en los Estados Unidos, la cada día más grave y tensa situación global, en particular en Medio Oriente y Ucrania, así como las tensiones crecientes en el Cono Sur de nuestro continente, marcan un hito en la disputa por un nuevo orden internacional, ante lo cual, no se puede guardar silencio. El sueño americano desenmascara su verdadero rostro. Bye bye american dream.
Secretario de Metrópolis. CDMX