Lo que inició como una simple demostración de lo que se podía hacer en aquella época con la computadora (un video hiperrealista de apenas unos segundos donde se veía una camioneta que va sobre una carretera y de repente un tornado se le pone enfrente, lanzando una llanta hacia el parabrisas), se convirtió en una de las películas más icónicas de los años noventa.
Twister (De Bont, 1996) fue -junto con Independence Day (Emmerich, 1996) y Jurassic Park (Spielberg, 1993)- una de las cintas que inauguró la supremacía de la computadora en el blockbuster moderno. Además, tanto en Independence Day como Twister fueron las películas con las que en México se estrenó el nuevo formato multiplex (copiado de Estados Unidos) con la inauguración de las primeras salas de la cadena Cinemex, marcando toda una nueva era de calidad en el cine nacional con salas limpias, asientos cómodos, pantallas grandes, un sonido de primer nivel y una absoluta ausencia de ratas de cuatro patas en la sala.
Y precisamente el sonido era muy importante en Twister, la escena inicial nos situaba justo en el ojo de un huracán que destruye el hogar de la protagonista (Helen Hunt), quien luego de esa traumática experiencia en su infancia, de adulta se convierte en experta meteoróloga que se dedica a cazar tornados, “oficio” que si existe en la vida real.
Pero la magia de aquella cinta (que eventualmente se volvería de culto) no se limitaba al espectáculo visual y auditivo. Por un lado está el guión, escrito por el mismísimo Michael Crichton (autor y guionista de Jurassic Park) junto con su esposa Anne-Marie Martin, que nos situaba en medio de este variopinto grupo de cazadores de tornados mediante un rolling gag muy efectivo: Bill (Bill Paxton), antiguo miembro de este grupo que no hace sino poner en riesgo su vida en nombre de la ciencia, regresa para pedirle a su antigua esposa, Jo Harding (la misma Helen Hunt), que le firme los papeles del divorcio. Todo en un clarísimo homenaje a otro clásico, dirigido por Howard Hawks: His Girl Friday (1940).
Esto resulta en un pretexto perfecto para que Bill termine uniéndose de nueva cuenta al grupo en una misión donde el objetivo es poner frente a un tornado una máquina (apodada Dorothy, como la del Mago de Oz) que no es sino un tambo con unas cápsulas esféricas que mandarían a una computadora distintas métricas sobre el tornado y con ello poder estudiarlos mejor y eventualmente predecirlos para así salvar vidas.
Pero probablemente lo más curioso de esta cinta es el talento que, de manera fortuita, se unió para en el reparto: un joven (y simpático) Phillip Seymour-Hoffman, Alan Ruck (lo recuerdan por Ferris Bueller's Day Off y claro, por Succession) y la participación del también muy joven Todd Field, quien ya desde aquellos años jugueteaba con la dirección pero que no fue sino hasta 2006 que estrenó la magnífica Little Children, para en 2022 filmar su obra maestra hasta el momento: TÁR.
Cuatro años después del exitosísimo estreno de Twister, el mismo Todd Phillips aparecería en la última película de Stanley Kubrick: Eyes Wide Shut. El “sexto grado” con Kubrick no termina ahí: en una de las escenas más memorables en Twister, en un autocinema se exhibe The Shining justo cuando un tornado se aproxima para destruirlo todo.
Así llegamos a 2024, veintiséis años después de la cinta original llega este reboot, es decir, la nueva cinta no tiene nada que ver con la original, ninguno de los personajes regresa o tiene algún cameo, aunque el espíritu de la del 96 sigue presente.
De hecho en todo momento hay guiños a la cinta original, Si en aquella había dos grupos de caza tornados (el grupo petulante con mucho presupuesto, contra el pobretón pero animoso equipo de Helen Hunt) aquí se repite esa premisa aunque al revés: Kate (Daisy Edgar-Jones) junto con su amigo Javi (Anthony Ramos) son sobrevivientes a un trágico encuentro con un tornado pero ahora, cinco años después, regresan a las andadas con mucho presupuesto y el apoyo de todo un equipo de científicos de primer nivel.
Del otro lado está Tyler (Glen Powell), un youtuber muy exitoso que con una banda de entusiastas aunque nada profesionales (y sí bastante desmadrosos) cazadores de tornados, persigue estos peligrosos fenómenos naturales cual si fueran caballos desbocados a los que hay que montar, pero no por motivos científicos sino más bien buscando los valiosos views y los preciados likes.
Como es de esperarse, en algún punto estos dos equipos se unen: el profesionalismo de Kate y la osadía de Tyler son una combinación perfecta para perseguir tornados. Glen Powell tarda un poco en salir a cuadro, pero su presencia sin duda eleva la película y nos pone en vía directa al gozo de ir cazando tornados.
El guión de Mark L. Smith -basado en una historia de Joseph Kosinski (el director de Top Gun: Maverick)- no podía ser más básico y hasta predecible. Pero, aunque carece del ingenio de la cinta anterior, el trabajo de esta pareja de guionistas funciona para el objetivo: hacer un blockbuster palomero, muy a la vieja usanza, donde lo que importa no es tanto la historia sino el espectáculo, el cual esta cinta cumple con creces: las escenas con los tornados son mucho más brutales, peligrosas e intensas que en la cinta original.
La película por supuesto que juega a la nostalgia sobre el filme anterior, pero no tanta (se extraña que no haya una vaca voladora, escena icónica de la primera). Claramente esta película está dirigida al público de TikTok, que no tiene idea (ni quiere tener idea) sobre lo que pasó hace casi treinta años, pero al cual la posibilidad de ir tras un tornado para conseguir likes es por demás atractiva.
El aspecto que más me sorprende de la cinta es quien la dirige, el nominado al Oscar y ganador del Bafta por Minari (2020), el coreano-americano Lee Isaac Chung, en cuya filmografía no hay visos de cine de acción palomero (si acaso un episodio de la serie The Mandalorian), al contrario, hasta ahora su cine versaba sobre historias profundamente humanas e íntimas.
Si acaso hay algo de mano autoral en Twisters es justo que el drama aquí es mucho más intenso, lo cual frena un poco el ritmo, amén de la sobreexposición de términos pseudocientíficos.
Al final la gran manufactura de efectos especiales termina pasando por encima de todos los defectos que esta cinta pueda tener. Si acaso hay secuela (que todo apunta a que sí será) espero le bajen un poco al drama, y le suban a la cantidad de vacas voladoras en pantalla.