En alguna escena del desgarrador documental No Other Land (Palestina, Noruega, 2024), uno de los cineastas que en colectivo dirigen / protagonizan / filman este documental, le pide permiso a uno de los pobladores de Masafer Yatta -territorio palestino invadido “legalmente” por el ejército israelí- que le permita filmar el violento desalojo del cual es víctima. La persona le responde que sí, pero se pregunta y le pregunta al joven que lo filma: “¿A alguien le importa todo esto?”.
Si una victoria han ganado los cuatro jóvenes cineastas / periodistas / activistas detrás de este documental (Basel Adra y Yuval Abraham frente a la cámara, Hamdan Ballal y Rachel Szor detrás de ella) es justamente que a más personas les importe lo que sucede en el poblado cisjordano de Masafer Yatta, que desde 2019 sufre de violentos (e injustificados) desalojos por parte del ejército israelí, quienes con lujo de violencia y terror llegan con maquinaria pesada para tirar las humildes casas de los pobladores que han vivido en dicho territorio por generaciones.
Basel Adra vive en Masafer Yatta desde niño. El hoy adolescente muestra las filmaciones de antaño: sus amigos, su comunidad y su orgulloso padre, dueño de la única gasolinera del lugar. “Pero yo empecé a filmar cuando todo empezó”, dice Basel en una voz en off constante, explicando y mostrando las imágenes de cómo el ejército Israelí derriba las modestas casas del lugar, bajo el pretexto de que los pobladores son “invasores” de un terreno que pertenece al ejército. Mentira vil.
Con celular en mano, Basel registra un catálogo de atrocidades que lo mismo indignan, encabronan, hieren y hacen pensar sobre lo increíblemente irracional del conflicto. Las excavadoras llegan y sin más derriban las pequeñas casas, las escuelas, hasta el parque de juegos infantiles, último reducto de color en un lugar donde no hay nada más que tierra y ahora escombros. Cuando hay suerte, la gente puede sacar sus pertenencias, cuando no, las tienen que rescatar desde los escombros.
Algo tienen esos uniformes verde olivo de los ejércitos que hacen que sus portadores se conviertan en los seres más irracionales, más inhumanos, más déspotas que puede haber. Así llegan los de verde con sus excavadoras y sus armas a destruir escuelas, casas y pozos de agua potable. Los soldados dejan a todo un poblado en la calle, no importándoles los niños, los enfermos, las mujeres. Disparan a quemarropa cuando pierden la paciencia. “Son órdenes”, la cantaleta de todos los ejércitos del mundo. La palabra mágica que en su cabeza justifica la barbarie.
En medio de esta crónica del horror, Basel conoce a Yuval Abraham, periodista israelí, descendiente de asesinados en el Holocausto judío, y que no puede dar crédito lo que están haciendo los suyos. Ni él ni algunos de los pobladores de Masafer, quienes lo ven con desconfianza y hasta lo insultan. Esta es, también, la crónica de una amistad que pareciera improbable.
Las imágenes van desde el inicio del conflicto en 2019, hasta 2023, justo antes de la gran guerra que ha devastado Cisjordania. En ese lapso de tiempo, el documental muestra cómo el ejército una y otra vez llega a destruir casas, pero también muestra la resistencia de los pobladores que las reconstruyen una y otra vez. El horror se vuelve cotidiano. La posibilidad de morir, de ser arrestado, de quedarse sin casa, se toma ya casi con humor: la mamá de Basel le prepara ropa limpia, “por si te arrestan hoy”.
Las madres cuidan a sus hijos enfermos, que ahora habitan en cuevas, con lo poco que lograron rescatar de la redada anterior. Los niños juegan, con lo que sea, con lo que pueden, ríen, corren, y llegado el momento ven con ojos juiciosos a los soldados. Esa mirada debería ser suficiente para desarmarlos, pero de nuevo, algo debe tener ese uniforme que los vuelve inmunes a todo dejo de humanidad.
¿A alguien le importa todo esto?
Basel no está dispuesto a que esta masacre pase desapercibida para el mundo. Su única arma son las imágenes que toma con el celular y que postea en redes. Pronto se vuelve tendencia en TikTok e Instagram, los medios toman nota, lo entrevistan para varios programas. Cada vez más gente sabe del conflicto, ¿pero les importa?
Abraham por su parte sigue escribiendo artículos que lastimosamente pasan inadvertidos, nadie los lee. “Acostúmbrate a fracasar”, le dice Basel. Hoy, el documental en el que ambos son protagonistas está nominado al Oscar, con amplias posibilidades de ganar, Y no obstante no parece suficiente: la cinta no ha encontrado un distribuidor para que se pueda ver en territorio norteamericano, ni siquiera una de las tantas plataformas de streaming que existen. Ni una sola.
“Esta es una historia de poder”, dice Adra, recordando la vez que el entonces primer ministro Tony Blair visitó Masafer Yatta y que gracias a eso los israelíes no sólo no destruyeron la escuela que Blair visitó (construída clandestinamente por los pobladores) sino que Israel hizo una tregua que duró algún tiempo.
Ojalá y los Oscars sea el equivalente actual a la visita de Blair. Que más gente conozca esta historia y que, como lo desea Basel, “espero podamos cambiar la realidad”.
No Other Land, se puede ver en salas de todo el país.