Este texto contiene algunos ‘spoilers’ de la trama.
Más que una secuela, Joker: Folie à Deux (Estados Unidos, 2024) es un epílogo de la primera cinta (Joker, 2019), cuya intención es dar una especie de conclusión a las reacciones más incendiarias que la entrega anterior provocó en el público.
Más que un musical, Joker 2 es una rocola que tira canciones de maneras caprichosas, muchas de ellas usadas como elemento visual y sonoro que busca transmitir la locura interna de sus protagónicos, Joker (Joaquin Phoenix) y Harley (Lady Gaga).
Y más allá del desastre que las redes y la crítica han decretado, me parece que la mayor prueba del éxito de esta cinta es justamente su fracaso con el público: una de las tesis de la película es que las masas se tornan contra sus ídolos cuando estos osan cambiar el juego y no hacer lo que su público siempre espera de ellos.
Y es justo lo que está pasando con esta película.
Han pasado dos años después de los hechos ocurridos en la cinta anterior, v.g. el asesinato en vivo y en cadena nacional del cómico Murray Franklin (Robert De Niro) a manos del Joker quien, a pesar de que ahora está en la cárcel, su popularidad sigue en ascenso, al grado que incluso le hicieron una película (directa para televisión) sobre su vida.
Arthur Fleck (el verdadero nombre del payaso) está a la espera de un juicio donde el único veredicto posible es la cadena perpetua. La estrategia de su abogada (Catherine Keener) será convencer al jurado que su defendido es un ser mentalmente enfermo en cuya psique habitan dos personas: el afable, frágil y eternamente buleado Arthur, y el psicótico, violento y sanguinario payaso, mismo que habría sido quien realmente disparó el gatillo.
En medio de todo esto aparece Lee (Lady Gaga), otra prisionera de Arkham que, como muchos allá afuera, es fanática de Joker. Ambos se conocen de manera medianamente fortuita y, por supuesto, surge entre ellos el amor… o algo muy parecido a ello.
En psicología, se le llama “Folie à Deux” a un trastorno mental que afecta al mismo tiempo y de la misma forma a dos personas. Las canciones son el medio con el que el director y guionista, Todd Phillips, refleja la locura compartida de sus protagonistas.
Y vamos, la idea no es mala, pero en la gran mayoría de los números musicales solo vemos a Phoenix y Gaga cantar (una bien, el otra mal) con un juego de cámara muy pobre, en escenarios que simulan viejos programas de televisión de variedad.
Un musical que se respete no solo registra las canciones sino que inyecta movimiento y dinamismo (Singin in the Rain, anyone?), cosa que no sucede (o al menos no todo el tiempo), en esta cinta. Eso no evita que haya ciertos números que sí funcionan o que al menos entregan momentos bien logrados (alguna canción que Phoenix interpreta en plano secuencia, cierto beso que se sella al humo del cigarro, cierto baile en medio del caos). Ello no obsta para reconocer que doce números musicales son demasiados y que bien nos pudimos ahorrar dos o tres de ellos.
Habría que reconocer también la ambición y la osadía de Phillips. Si en la cinta anterior su inspiración y objeto de saqueo era el cine de Scorsese (The King of Comedy, Taxi Driver), aquí parece ser el musical de culto The Band Wagon (Minelli, 1953) donde un actor en decadencia (Fred Astair, básicamente interpretándose a sí mismo) busca regresar a los escenarios con una nueva obra musical, misma que se va al traste luego de que un pretencioso director le mete mano al guión. Qué ironía.
No me parece que Todd Phillips esté siendo pretencioso, en todo caso es arriesgado. Visualmente la película no decepciona, el cinefotógrafo Lawrence Sher repite de nueva cuenta tras la cámara entregando una vez más el registro de un mundo sombrío, hostil y violento, con texturas y atmósferas que ya habíamos visto en la entrega pasada que acaso aquí se elevan en el retrato de la violencia que Arthur sufre a manos de su odioso carcelero (magnífico Brendan Gleeson) así como del mundo de ensoñación musical que experimenta cuando está con Harley-Gaga.
Joaquin Phoenix repite de nueva cuenta los mismos registros del papel que le dio el Oscar en 2020. Por supuesto, Gaga no desentona, ni actuando ni cantando, no así Phoenix quien definitivamente no sabe cantar un carajo, pero que al menos compensa con esta imagen de un Joker arrogante, siempre con su eterno cigarro.
¿Cuál es el problema entonces?, ¿por qué el odio y la sentencia generalizada de que esto es una porquería?
Para quien esto escribe, el ruido de las redes no es más que un lloriqueo de los fans de cómics. El público no sabía que esto es un musical, ellos esperaban más trancazos, más acción, más de lo mismo, y Phillips los recibe con canciones viejas que ninguno de los millones de usuarios de Tik Tok conoce.
Prefiero mil veces ver a alguien tomar un riesgo y fallar, que irse todo el tiempo por la segura. Prefiero mil veces que una película del género del cine basado en cómics rompa la fórmula y falle a ver de nueva cuenta la misma película predecible de superhéroes que Marvel y DC nos han recetado durante décadas.
Hay problemas de ritmo, no todos los números musicales funcionan, la película se alarga innecesariamente, pero Phillips logra su cometido: criticar a los fenómenos de masas que son capaces de destronar a sus propios ídolos al momento de que estos no cumplen con sus expectativas y hacer un comentario vedado sobre las voces que advertían que la película anterior podría provocar actos de violencia.
Rumbo al final, Arthur acepta que no existe Joker, que él y solo él cometió los crímenes de los que se le acusa (incluso otros que nadie supo). La gente en la calle se torna furiosa contra él, su ídolo los ha traicionado, el linchamiento inicia.
Resulta curioso, por decir lo menos, que exactamente eso mismo está pasando con Joker: Folie à Deux: los fans de los cómics y las películas de superhéroes están furiosos porque pusieron a su “clown prince of crime” a cantar, y peor, a cantar con una “feminista” (sic) como Lady Gaga.
El lloriqueo generalizado de los niñatos fans de los cómics así como los no pocos comentarios misóginos respecto a la presencia de Lady Gaga no hacen sino darle la razón a Phillips, quien esta vez gana perdiendo.