“No soy una niña, soy una mujer”.  Esta frase se vuelve absolutamente perturbadora cuando es dicha por Dalva (extraordinaria Zelda Samson), una niña de 12 años que, no obstante su edad, se viste con sacos sastre, medias, blusas con escote en la espalda, lápiz labial carmín, maquillaje, aretes y un peinado que la hace ver… ¿más adulta?

El Amor según Dalva (Francia, Bélgica, 2023) inicia con una pantalla en negros mientras se escuchan los gritos de la pequeña Dalva. La cámara de Caroline Guimbal finalmente nos permite ver cómo la policía entra -en espectacular operativo- a una casa para detener a un hombre, Jacques, mientras que la pequeña Dalva grita y forcejea en un intento fútil por liberar al individuo que llevan preso.

Dalva es trasladada por un trabajador social -Jayden (Alexis Maneti)- a una especie de albergue del gobierno francés donde reciben a niños víctimas de todo tipo de violencia: huérfanos, maltratados por sus familias, o simplemente abandonados. La presencia de Dalva no encaja en este escenario: su peinado, su maquillaje perfecto, su ropa que raya con la sensualidad y hasta su forma de caminar contrasta con la vestimenta casual y el comportamiento natural de los demás niños.

Poco a poco, el guion escrito por la directora, Emmanuelle Nicot (junto con Jacques Akchoti y Bulle Decarpentries) nos revela que aquel hombre que vivía con Dalba, por el cual ella llora y ruega para que la dejen verlo, es su padre, quien la mantuvo secuestrada por siete años en una relación claramente incestuosa.

Pero aquello no le importa a Dalva, ella cree fervientemente que no es una niña, y toda ella, desde su vestimenta, su mirada (una que encierra seriedad y furia) y hasta su forma de caminar apoyan la visión que tiene de sí misma. Peor aún: Dalva dice que nadie la obligó a nada, que todo lo hizo por voluntad propia.

Para la directora, los detalles de la explotación que sufrió esta pequeña de 12 años no son importantes, lo que interesa son las consecuencias del mismo: esta especie de programación que sufre Dalva quien conscientemente está segura de ser una mujer y que además entiende que la medida de su amor está en la lealtad hacia Jaques y lo mucho que se arregla para agradarle.

Será el contacto con el mundo real, con los otros niños del albergue, y con su incansable trabajador social, que Dalva poco a poco entenderá no sólo la violencia a la que estaba sometida sino que además experimentará esa niñez que le fue arrebatada.

Su programación es tal que no sabe cómo reaccionar ante los cuidados de Jayden, el estoico trabajador social que a pesar de lo problemática que resulta Dalva, no renuncia a su tarea de ayudarla. O mejor dicho, Dalva cree saber que ese cariño y compromiso que despliega Jayden se debe corresponder con caricias y besos. Ése es “el amor según Dalva”.

Ninguno de los personajes de esta cinta está basado en personas reales, pero antes de filmar la película, la directora fue voluntaria en un centro de ayuda a jóvenes. Ahí supo de muchas historias de abuso infantil y claramente esa experiencia le ayudó para en esta cinta hablar sobre las víctimas sin recurrir al escándalo, al melodrama o a la agenda política.

Con esta, su opera prima, Emmanuelle Nicot trata un tema sumamente escabroso de una forma profundamente honesta, delicada, sin lances de explotación o revictimización, pero tampoco sin temor a provocar incomodidad en el espectador.

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