Al inicio de Booksmart (La Noche de las Nerds, por su terrible título en español), Amy (Kaitlyn Dever) y Molly (Beanie Feldstein) tienen una revelación que les cambiará la vida. Este par de mejores amigas son también las clásicas matadas del salón que se creen especiales por su dedicación al estudio y su aversión a la fiesta. Lo que no sabían es que prácticamente todos sus compañeros -los que se la pasaron de parranda en parranda, los que nunca abrieron un libro ni pusieron atención a clase, los chicos populares y hasta los deportistas- todos han sido aceptados en universidades de prestigio.

Es decir, Amy y Molly se perdieron de la diversión para nada. Por ello, y como una revancha ante la vida, estas dos mejores amigas deciden que ésta será la noche en que romperán las reglas, se irán de fiesta y harán todo lo que no hicieron en años de adolescencia desperdiciada.

Si, la ópera prima de la también actriz Olivia Wilde remite inevitablemente a Superbad (Greg Mottola, 2007), cinta donde dos mejores amigos buscan tener la fiesta de su vida antes de separarse para ir cada quién a una universidad distinta. Las similitudes son tales que incluso aquella cinta era protagonizada por Jonah Hill, hermano de Beanie Feldstein.

Pero ni a Wilde ni a sus guionistas Emily Halpern, Sarah Haskins, Susanna Fogel y Katie Silberman les interesa hacer un simple remake con los géneros intercambiados. Si bien Booksmart, como Superbad, son comedias adolescentes, guarras y desmadrozas, Booksmart da un paso más: es una comedia feminista pero nunca regañona, guarra pero no vulgar ni sexista, desmadrosa pero emotiva, tierna incluso, pero jamás cursi.

La visión puramente femenina de este coming of age es lo que la desmarca de sus predecesoras (el cine de John Hughes, de Paul Feig y hasta el de Greta Gerwig) llevando a la pantalla una amistad femenina como pocas veces (¿tal vez nunca?) se ve en pantalla. No hay temas vetados: el sexo, la masturbación, el deseo, son plática común de este par de amigas, brillantemente interpretadas por Dever y Feldstein quienes presumen un rapport impresionante durante todo el filme.

Son mujeres que se apoyan incondicionalmente, que se desviven en halagos la una a la otra cuando se arreglan para salir, y que cuando una de ellas le confiesa a la otra que está enamorado del deportista de la clase (y no de algún otro nerd, como el cliché dictaría) no hay crítica sino apoyo.

En el Hollywood indie de 2019, la sororidad no termina lanzando el auto a un barranco (Thelma & Louise, (Scott, 1991), sino en una amistad a prueba de balas (aquella muy bien montada escena de la discusión en la fiesta), solidaria (la conversación en el carro de Triple A) e incondicional en una cinta honesta, divertida y con una inteligencia emocional que no es usual en el género.

Sin duda, de lo mejor que se podrá ver en este 2019.

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