Ocurrió la noche del pasado 29 de julio. La llamada entre AMLO y Enrique Peña duró cuando mucho 7 minutos. Se tocaron tres temas de manera rápida: las presuntas acciones penales del Gobierno Federal contra peñistas, el plan rumbo a la sucesión presidencial, y primordialmente, la vigencia del pacto de caballeros signado en el 2018.
Lopez Obrador mantiene comunicación constante con su antecesor desde que apareció aquel primer video de Pío, su hermano. Y es que como revelé en su momento para EL UNIVERSAL, EPN siempre tuvo copia de los materiales donde aparecen los familiares del Presidente, sin ser él quien precisamente los hubiera filtrado.
Sin embargo, existen de 10 a 15 videos más que no han sido ventilados, mismos que también conoce (y tiene) el mexiquense, situación que, evidentemente, ha impulsado la necesidad del Presidente por continuar su cercana relación telefónica con su antecesor, así como aquel tan mencionado pacto de caballeros.
Fue justamente la noche del pasado 29 de julio cuando AMLO y EPN platicaron por última vez. En dicha charla ratificaron, en primera instancia, la continuación del apretón de manos que consolidó aquel pacto de caballeros, cuando López Obrador ya era Presidente electo: no habrán acciones penales contra Peña y algunos de sus excolaboradores más cercanos.
En los 7 minutos que duró la plática telefónica (celebrada en Palacio Nacional), el tabasqueño y Peña reafirmaron que en los tres años por venir, (aunque se cruce la revocación de mandato y después la “elección grande”), no se registrarán movimientos de cuidado provenientes de la Fiscalía, más allá de todo lo que pueda rumorarse.
En la llamada que Peña tomó estando físicamente en España, también se habló, (aunque de manera muy rápida), de Emilio Lozoya. Si bien es cierto el mexiquense está molesto con quien fuera uno de sus “más cercanos aliados”, AMLO dejó claro que su acuerdo con el ex Director de Pemex es inamovible, “cuando menos mientras él sea Presidente”.
La tranquilidad de Peña alcanza para tres años más, tiempo suficiente para dejar de ser el “antecesor inmediato” y convertirse en “un expresidente más”, asunto que en términos mediáticos y penales cuenta mucho. Cuando finalizó aquella llamada del 29 de julio, ambos acordaron charlar a más tardar en noviembre: “para ese entonces ya habrá suficiente carnita electoral por platicar (y quizá, por acordar)”.
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