Después de 148 días de huelga, el sindicato de guionistas por fin llegó a un acuerdo provisional. Aún falta que los actores logren su parte, pero lo que pelea Hollywood no sólo afecta a su industria sino a todas, pues tiene que ver con el uso de la inteligencia artificial.

El hecho de que últimamente no hayamos podido ver estrellas bajo ningún reflector y que las producciones de Hollywood se hayan quedado congeladas durante casi cinco meses no sólo tiene que ver con el tema económico que tanto el sindicato de guionistas como el de actores reclama al sentir que hay una gran injusticia en lo que se recibe por el uso de sus creaciones e imagen vs las ganancias por estos contenidos en las plataformas.

Hollywood no deja de ser una industria en la que todas las piezas del engranaje tienen que vivir de lo que hacen, eso nos queda bien claro. Pero en donde hay que poner la lupa es en lo que se ha estado jugando en esas largas negociaciones y mesas de debate pues no sólo está el dinero, también está la creatividad y el temor a perder cualquier rastro de humanidad en ella. Y es que uno de los puntos neurálgicos y que ha llevado más tiempo encajar es regular el uso de la inteligencia artificial en los proyectos.

Manifestantes de la huelga de actores y escritores. Foto: AP
Manifestantes de la huelga de actores y escritores. Foto: AP

A estas alturas todos sabemos que los algoritmos son capaces de fabricar historias a medida de las audiencias y que logren grandes éxitos de taquilla, además, con costes ínfimos. Incluso se puede llegar a clonar la voz de los actores, replicar sus movimientos, reacciones.

En conclusión: copiarlos a la perfección. Ideal para engordar las arcas de los estudios, pero peligroso y vacío por lo que esto conlleva. No pelear que las historias sigan teniendo nombre y apellidos, que la creatividad no se reduzca a una serie de bytes bien conectados y que lo que veamos en las pantallas, que de por sí nos tienen ya absorbidos, ni siquiera sean personas de carne y hueso, nos condenaría a perder el pulso de los contenidos que absorbemos. Bien lo advirtió el famoso científico Stephen Hawkings (1942-2018) desde 2014, cuando en una entrevista con la BBC se le preguntó lo que la IA podría originar y aseguró que el desarrollo completo de la misma podría, “significar el fin de la humanidad”.

Éric Sadin, filósofo francés y autor de La inteligencia artificial o el desafío del siglo y Anatomía del espectro digital, entre otros libros, apunta que, “no es la raza humana lo que está en peligro, sino la figura humana, en tanto dotada de la facultad de juzgar y de actuar libremente y a conciencia. Pues, en efecto, lo que irá poco a poco siendo separado de nosotros es nuestro poder de decisión para ser reemplazado por sistemas supuestamente omniscientes y aptos para elegir el curso ‘perfecto’ de las cosas en el mejor de los mundos”.

Lo que la huelga de los escritores ha conseguido es defender esa libertad, la de decidir qué se cuenta y cómo se hace desde un cerebro humano en el que hay memorias, motivaciones, sueños, huellas, heridas, aprendizajes y, ¿por qué no? Errores. Batalla que comparten los actores, cuyas imágenes no quieren ver replicadas por las máquinas. Y que, con suerte, permeará en otras industrias del planeta que necesitan de este empuje para defender lo esencial: la integridad del ser.

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