La gentrificación ha sido tema central del Séptimo Arte desde hace décadas. A través de él se han mostrado las distintas aristas del cambio que sufren los barrios populares cuando comienzan a llegar residentes con mayor poder adquisitivo.
Un clásico que aborda el tema es Amor sin barreras, dirigida en 1961 por Robert Wise y el coreógrafo Jerome Robbins, cuyo remake hizo Steven Spielberg en 2021.
En el filme de los 60, el conflicto entre las bandas de origen puertorriqueño y los residentes blancos de Nueva York refleja cómo la incorporación de nuevos grupos al tejido social provoca tensiones y conflictos. Y, aunque ambas películas se sitúan en el Upper West Side, Spielberg subraya este fenómeno al ubicar la acción justo antes de que empiecen las obras para construir el Lincoln Center, el lugar dedicado a las artes que le cambió el rostro para siempre a ese barrio.
En medio de esta evolución, la historia de amor entre María y Tony se convierte en tragedia no sólo por la violencia entre las pandillas sino también por la amenaza de desarraigo latente.
No es casualidad que Spielberg filme entre ruinas, avisos de desahucio y máquinas de edificación. Otro ejemplo es In the heights (2021), de John M. Chu, basada en la obra de Broadway creada por Lin-Manuel Miranda. El filme musical se centra en el corazón del barrio homónimo en el que la comunidad latina contemporánea se debate entre el progreso y la protección de su identidad.
Un largometraje alegre y optimista que no por ello deja de tener un potente pozo de nostalgia. La de su propio autor, Lin-Manuel, que con esta obra le escribe una carta de amor al lugar en el que se formó y construyó sus sueños pero que sabe que ya nunca será igual.
Más desgarradora es The last black man in San Francisco (2019), de Joe Talbot, en la que el protagonista intenta recuperar la casa familiar que ahora está fuera de todas sus posibilidades. Una reflexión dolorosa sobre el valor simbólico del espacio que muestra que la gentrificación, además de ser un tema económico, deja heridas emocionales. ¿Quiénes somos cuando ya no pertenecemos al lugar en el que crecimos? El cine mexicano ha planteado preguntas similares. La zona, de Rodrigo Plá (2007) es un ejercicio distópico en el que el conflicto sucede en un fraccionamiento exclusivo de la Ciudad de México. En ella se muestran las consecuencias extremas del aburguesamiento: división, miedo al otro, privatización radical del espacio. Y, aunque podrían parecer historias muy distintas, en lo que todos estos relatos coinciden es en que nos acercan al problema desde la experiencia humana.
A final de cuentas, la única forma de poder hacer de este fenómeno una oportunidad para revitalizar poblaciones partirá de la reflexión de cómo construir ciudades más justas y diversas. Las historias hacen que nos preguntemos cómo lograr un desarrollo urbano que no borre las raíces. Ciudades en las que los habitantes tengan voz.