Dejemos a un lado el debate de si la película Emilia Pérez te ha gustado o no, si su director ha sabido captar la música de nuestro país o si se ha aprovechado de ella. De eso no va la reflexión.

Quitando la fascinación o el odio que haya podido despertarte el filme del realizador francés Jacques Audiard te invito a ahondar en la parte humana. La de quienes encuentran su peor condena bajo los reflectores.

Estos últimos días hemos sido testigos de una de las más incisivas campañas de desprestigio hacia una actriz que ha tenido polémicas declaraciones en redes sociales.

Comentarios torpes e inadmisibles, sin duda, pero no hay que dejar de apuntar que muchos de ellos fueron hechos hace más de un lustro, en un momento de vida, de carrera e incluso de una búsqueda de identidad diferente.

Sin embargo, en redes, una vez publicado el agravio, ya sabemos que no hay marcha atrás. Lo hemos comprobado con cientos de nombres cancelados. El efecto se reafirma al ver cómo Karla Sofía Gazcón —autora de esos tweets, ahora cobijados bajo el nombre de la red social de X—, traídos a la luz por la periodista Sarah Hagi, se ha ido enredando en un bucle de declaraciones improvisadas y viscerales que la hicieron descarrilar aún más.

La misma persona que hace meses era alabada, vitoreada y adulada por los sectores del cine más exquisito y se convirtió en el estandarte principal para una campaña que pelea por 13 premios Oscar ya ha sido apartada de todas las actividades de la película que protagoniza.

A final de cuentas, la carrera hacia los galardones es un juego con un tablero bien orquestado y hay que tener suficiente cintura para aceitar la estrategia como se requiera.

Aparte de la poca asesoría y planeación que se ve detrás de esta crisis de prestigio, lo más doloroso es contemplar cómo, un director, que es quién ejerce el papel de autoridad, pero también de confianza absoluta, traicione a su protagonista. Y es que las últimas declaraciones públicas de Audiard son poco elegantes, pero sobre todo, desleales.

Al final, el que se pone frente a la cámara es siempre más vulnerable que quién se sienta en la silla de mando. Y el mismo cineasta, que hoy da entrevistas a medios como Deadline, descalificando a su actriz, hace unas semanas, cuando todo eran promesas doradas, incluso prefería que Karla Sofía fuera quien hablara en las presentaciones y eventos.

El mismo arrojo y atrevimiento de la persona que hacía viral su campaña, ahora le estorba e irrita. Nunca calculó que el espíritu irreverente que se atrevió a encarnar y defender a su Emilia Pérez fuera el mismo que lo podría alejar del Oscar. La que era su musa se ha convertido en su chivo expiatorio.

No se trata de defender lo indefendible pero sí de no tirar a las vías del tren a quién creyó en tu proyecto, cumplió con su parte y te entregó lo que necesitabas. Hoy en día en el mundo virtual no hay margen de error.

Y por ello ya Karla —quien se dio a conocer en nuestro país con la cinta Nosotros los Nobles, 2013— cumple su condena. Pero, cuando en el campo de batalla un general mata por la espalda a uno de sus soldados, no hay justificación posible.

unmundodecine@gmail.com

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