Mujer florero: Término que suele emplearse de forma peyorativa que hace referencia a las mujeres que no realizan alguna labor profesional o fuera de casa pues sólo viven para aparentar y agradar. Asociada directamente a un jarrón de flores que permanece en algún sitio del hogar para adornar, dar color y traer alegría al ambiente.

Swallow, ópera prima del director y escritor estadounidense Carlo Mirabella Davis, devela a Hunter (Haley Bennett) y Richie (Austin Stowell), una aparente pareja canónica, pero en el que de pronto todo cambia a partir del embarazo de Hunter, quién desde que se le confirma su embarazo desarrolla el trastorno de pica. Ella no muestra un destello de alegría cuando su prueba de embarazo marca positivo, pareciera más bien consternada, insatisfecha, salvo cuando traga objetos, en esos dolorosos instantes desborda en euforia y regocijo.

Las apariencias engañan, la felicidad que esta pareja externa no es más que una ilusión óptica creada por Hunter, desde las primeras escenas se observa el entorno represivo en el que, inclusive ella, pareciera coadyuvar, dedicando su días a mantener su hogar en orden, preparar la cena, jugar juegos en su celular, ver la televisión, y verse deslumbrante para cuando Richie llega a casa después del trabajo. Sus conversaciones son casi nulas, mientras ella decide expresar cuán afortunada se siente por estar con él, Richie no despega la vista de su teléfono. Es admirada como algo bonito y elegante, pero no es vista, escuchada ni reconocida como un alguien por su pareja.

"¿Eres feliz o pretendes serlo?"

No mantiene contacto alguno con otras personas que no sean Richie, los amigos de él ó sus suegros, quiénes a propósito, no muestran interés en conocerla más de cerca, a excepción de su suegra, mujer con la que mantiene una conversación reveladora en cuanto a lo que Hunter dedicaba su vida antes de conocer a su prometido, dando por sentado que conocerlo fue su “golpe de suerte”.

"Todos los días haz algo diferente"

Será la frase que Hunter lee en un libro de autoayuda que su suegra le obsequió que le incitará a ingerir todo tipo de objetos; con distintas texturas, formas y tamaños. A pesar de los riesgos que esto implica no se detiene, pues estas acciones son las que convierten su soso e insípido cotidiano en algo estimulante.

Las consecuencias fueron inminentes, y antes de que los riesgos resultaran fatales, su hogar se convierte en una prisión; siendo atendida psicológicamente y vigilada durante el día por Luay, un enfermero —personaje que fungirá cómo protector y confidente emocional—- Hunter pasa los días más lamentables, creyendo que todos conspiran en su contra.

Ya se intuian los motivos por los cuales Hunter comenzaba a ingerir objetos no comestibles, pero más allá de querer provocarse un aborto o castigarse a sí misma por sentirse

insatisfecha con su vida, el trastorno de pica fue la única manera que encontró viable para sentir que por primera vez tenía la oportunidad de sentirse en control.

El desenlace de Swallow, poco convincente al dejar cabos sueltos respecto al pasado de Hunter, advierte la insufrible metamorfosis por la que atraviesa para lograr tomar las riendas de su vida y comenzar a vivir en plena libertad. Ya no es más una mujer florero.

Swallow, sí bien decae narrativamente, no deja de sorprender a nivel de diseño visual y sonoro, destacando por una paleta de colores intensos, pero acogedores, que contrastan con los inquietantes sonidos de los objetos pasando por la tráquea de la protagonista, creando una atmósfera apacible, y al mismo tiempo, mortificante.

Ojo Verité, reseñista, analista y crítica cinematográfica. Gestora cultural. @ojo_verite_

Alejandra Ibarra

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