El vínculo entre la Agenda 2030 y el Acuerdo de París es de suma relevancia para lograr un verdadero desarrollo sostenible, y es cada vez más reconocido a nivel mundial. Ambos instrumentos internacionales han sido negociados y acordados en diferentes momentos y foros. No obstante, su instrumentación deber ser integrada debido a sus múltiples vínculos sectoriales y sinergias; a continuación, explico por qué.
Por un lado, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas de carácter universal, integral y multisectorial, y es una hoja de ruta que permite a todos los países visualizar un mundo en dónde se pueda erradicar la pobreza, proteger al planeta y asegurar la prosperidad para todas y todos, sin comprometer los recursos para las futuras generaciones. Por otro lado, el Acuerdo de París marca la pauta en la respuesta internacional para combatir el cambio climático, a través de medidas de adaptación y mitigación que limiten el aumento de la temperatura global a 1.5-2°C.
En este marco, los países miembros de las Naciones Unidas, incluidos México, formularon su Contribución Nacionalmente Determinada (NDC por sus siglas en inglés) que describe los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Lo anterior representa un gran compromiso dada la responsabilidad de nuestro país como undécimo mayor emisor de GEI del mundo (1.4% de las emisiones globales) y como la quinceava economía mundial.
Actualmente, el Gobierno de México ha establecido una ambiciosa agenda de desarrollo social y económico, ubicando a las personas y su bienestar en el centro de las discusiones políticas. Por lo que instrumentar de manera integrada ambas agendas globales debe figurar dentro de sus prioridades de desarrollo. Sólo si abordamos el combate al cambio climático como una precondición para el desarrollo, podremos garantizar el bienestar en México, donde nadie se quede atrás.
Ambas agendas globales se refuerzan mutuamente, pues ningún modelo puede ser exitoso si no contempla el desacoplamiento del crecimiento económico y la degradación ambiental bajo una mirada holística. El cumplimiento de ambas agendas obliga a explorar soluciones integrales desde una perspectiva de cobeneficios que nos empuje a abandonar la acción gubernamental en silos, pues toda acción climática tiene beneficios sociales, económicos y medioambientales que son relevantes para múltiples sectores. A la luz de lo anterior, la Oficina de la Presidencia República y la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable en México ( GIZ , Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit) desarrollan un estudio que reconoce la visión común de ambas agendas y cuantifica las oportunidades de su instrumentación integrada.
Por ejemplo, dicho estudio analiza la meta del Gobierno de México de generar el 43% de la electricidad de fuentes limpias para el 2030. Desde una perspectiva de cobeneficios sociales, cumplir con esta medida de la NDC puede ser un motor importante del desarrollo social a través de la mejora de la salud, que es el ODS 3. En México mueren poco más de 24 mil personas al año a causa de las partículas PM2.5 (una de las que causan el mayor número de muertes por contaminación del aire); y se calcula que al cumplir dicha meta se lograría un ahorro de 2.7 mil millones de dólares entre 2019-2030 por costos relacionados a las enfermedades causadas por la contaminación del aire. Esto equivale a 41% del presupuesto asignado a SALUD en 2019; ahorros sumamente útiles en un contexto de austeridad. Asimismo, cumplir con la meta de generar el 43% de la electricidad de fuentes limpias generaría cobeneficios económicos que coadyuven al cumplimiento del ODS 8 (Empleo digno y desarrollo económico), al tener el potencial de aumentar en 38% el empleo en el sector eléctrico.
Ambas agendas no se pueden cumplir de manera separada. Por lo que el estudio del Gobierno de México y la GIZ enfatiza el gran potencial en el país para maximizar los cobeneficios que una implementación integrada de la Agenda 2030 y el Acuerdo de París traerían en términos de desarrollo sostenible. El gran reto para los creadores de políticas públicas es ahora traducir este gran potencial y aprovechar la oportunidad de reflejar la visión integral de ambas agendas en los programas sectoriales derivados del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, con miras a lograr un México más próspero para todas y todos.
(Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.)
Especialista en política social en la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) e integrante de la Agenda 2030 en la Jefatura de la Oficina de la Presidencia.