El padre Ángel es una figura conocida e importante en España y en otros puntos del planeta. Nació en 1937. En 1994 recibió el Premio Príncipe de Asturias por las acciones y actividades de Mensajeros de la Paz, organización creada por él y por otro Ángel (Silva) más de treinta años atrás, en 1962, con el nombre de Asociación Cruz de los Ángeles.
Ha escrito un libro para contarnos sus experiencias con muchísima gente valiosa. La gente lo impulsa a insistir en que el mundo ha mejorado y puede seguir mejorando: Un mundo mejor es posible. Cómo podemos ayudar a los más desfavorecidos (Barcelona: Planeta, 2019).
A veces se etiqueta al padre Ángel como un cura de izquierda(s). Las etiquetas sesgan nuestra percepción y empobrecen nuestra comprensión: la primera parte del libro nos entrega un conjunto de datos que nos demuestran cómo el modelo económico de la producción y del comercio a diversas escalas ha ayudado a mejorar todos los indicadores.
Ya sabíamos de mindfullness. El padre Ángel se basa en Factfulness, volumen de Hans Rosling, Anna Rosling y Ola Rosling, publicado en 2018, celebrado por Bill Gates y cuestionado por Christian Berggren.
Tiene razón Berggren si en efecto el libro de los Rosling no incluye fenómenos que tienden a empeorar, como la crisis climática o los desplazamientos humanos por culpa de las guerras. Ahora bien, las estadísticas que cita el padre Ángel, siempre con tendencias positivas, están hechas sobre bases firmes: hay materia fértil para un moderado optimismo, aunque sin duda los temas pendientes podrían poner en peligro los avances de los últimos tiempos.
El padre Ángel nos da herramientas para el pacifismo, esto es, para la defensa del espíritu de paz entre personas y naciones gracias a la resolución de conflictos por el camino de la mediación, la negociación y los consensos. También nos da armas, datos y ejemplos para una inclusión de personas tan amplia como sea posible: frente a las pequeñas pertenencias (sin duda necesarias: mi país, mi ciudad, mi barrio, mi escuela, mi equipo favorito, etcétera), debemos pensar cada vez más en nuestra gran pertenencia a lo universal, a lo planetario. De hecho, una parte de los problemas actuales se explica como un conflicto entre pequeñas pertenencias (maga es el caso más obvio), por momentos asfixiantes, y la urgencia de que comprendamos que somos una sola especie, responsable de todas las demás especies, y que no existe un planeta–plan b al que podamos huir en caso de cataclismo climático o atómico.
Ahora bien, ¿cómo podemos contribuir a que tengamos mejores liderazgos mundiales? ¿Qué haremos desde nuestras modestísimas ubicaciones y situaciones? Me interesan los vínculos entre las élites políticas y económicas, por una parte, y los actos y las decisiones de personas sin mayor poder que nuestra propia existencia y, precisamente, nuestros actos y decisiones, por la otra. Leí hace poco que las élites políticas no hacen otra cosa que seguir lo que les pide la gente. ¿La mayoría de la gente? ¿Toda? Esta afirmación es demasiado general y por lo tanto inexacta, pero tiene el interés de que postula un vínculo entre las élites y la gente.
Entre los muchos factores decisivos, se cuenta el de los modelos o ejemplos: suele educársenos aludiendo a modelos. Y los modelos están presentes en muchos de nuestros argumentos a la hora de tomar una decisión. Necesitamos, entonces, modelos valiosos. El padre Ángel lo es en grado sumo. Nos da un ejemplo todos los días. Entre sus muchas historias, que ya contaremos, está el heroísmo con que salvó a Josué de un incendio en El Salvador. Ahora Josué es un hijo para él.
El loco de Dios en el fin del mundo (2025), de Javier Cercas, nos va mostrando la convivencia de budistas, evangelistas y católicos en un país de climas extremos y de naturaleza a ratos difícil: Mongolia. Durante buena parte del siglo xx Mongolia tuvo un régimen comunista, El comunismo se peleó con la espiritualidad, las tradiciones, las emociones y la empatía. Hoy poco a poco se reconstruyen los vínculos, las afinidades, los diálogos entre cosmovisiones que allí se fertilizan mutuamente y que nos dan un ejemplo de búsqueda de puntos en común para un bien asimismo en común.
El padre Ángel ha visto la guerra, la devastación tras terremotos, el hambre. Ha contribuido a que el sufrimiento disminuya aquí y allá. Factfulness: llenarnos de hechos. ¿Pero cuáles hechos? Que sean aquellos hechos que ocurren al nivel de la calle, de la tierra, del suelo. Nuestra mente, me temo, se va configurando en relación con los hechos que vamos viendo. No se trata en absoluto de un proceso mecánico, pero sin duda sería bueno que los terroristas directos e indirectos se pasearan alguna vez por donde el padre Ángel ha caminado. Dejarían de suponer que pertenecen a una raza superior.
En el siglo iii, sus torturadores le exigieron a Lorenzo que entregara todas las riquezas de la Iglesia. Le dieron unas horas. Salió y regresó con gente necesitada: gente con hambre y sed física y espiritual, gente con hambre y sed de pan y de justicia.
––Esta gente es nuestra riqueza –dijo el inminente mártir, futuro san Lorenzo.
A la valiente estirpe de san Lorenzo pertenecen el padre Ángel y las personas que nos va presentando Javier Cercas en su libro.