En pocas semanas se nos han ido dos especialistas en Juan Rulfo: Françoise Perus (1937–2025) y Víctor Jiménez (1945–2025).

Recuerdo a Françoise en su curso de Literatura y Sociedad allá en el segundo lustro de los años setenta: aquella maestra de análisis muy pormenorizados se esforzaba ante más de cien estudiantes que apenas le dejaban sitio en la tarima para moverse entre el pizarrón y cuerpos sentados en el piso. No fui un buen alumno (de hecho, una vez nos sacó del salón a Honorio Robledo y a mí por estar hablando), pero pienso que permaneció en mí su preocupación por los posibles lazos entre las letras y las comunidades y sociedades y que de allí se derivan los manuales colectivos de pragmática de la comunicación, de la onomástica (nombres de personajes, personas, lugares, épocas), de la hermenéutica, de la argumentación y de las biografías (los dos primeros elaborados con mis estudiantes de posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México y ambos ya con reimpresiones; el último de mi autoría única), así como el volumen Problemas de la representación y la representatividad. Diez poderes (México: Siglo xxi Editores, 2019), entre otros textos. Los diez poderes se derivan de mis reflexiones sobre Pedro Páramo.

Me acuerdo de Víctor Jiménez en muy diversos momentos. Destaco aquel cuando coincidimos en el Zócalo para protestar multitudinariamente en 2005 contra el mayúsculo despropósito de un desafuero que según un joven politólogo significó la fractura definitiva al interior de la nueva clase política surgida gracias a la transición mexicana. Víctor fue director de la Fundación Juan Rulfo por más de 25 años. Resalto la extraordinaria labor editorial realizada muy de la mano de la editorial rm, bajo la batuta del infatigable Ramón Reverté. Menciono extraordinarias ediciones de la narrativa y la fotografía de nuestro máximo maestro, quien crece con cada libro que escribimos los demás. Asimismo, menciono estudios y la biografía del genio jalisciense.

Y es cierto que gracias a Jiménez y a Juan Francisco Rulfo ya contamos con la fijación definitiva de los textos de Pedro Páramo y El Llano en llamas.

Como una de las muchas evidencias y pruebas de que la palabra genio no es aquí, ni mucho menos, pura cortesía, evoco uno de los cuentos menos estudiados de El Llano en llamas: “Paso del Norte”. El propio Rulfo lo había descartado, y no aparece en alguna edición. Finalmente lo repuso (por fortuna), si bien tachó la única referencia explícita a la Ciudad de México (en específico, al barrio de la Merced) en toda su obra escrita.

“Paso del Norte” sintetiza paradigmáticamente el drama de muchísimos migrantes mexicanos que “votan con los pies” y traen riqueza a nuestro país, incrementándola en el país receptor. Una y otra vez deja leerse el cuento para que tengamos una experiencia como aquella de Alejandro González Iñárritu en el desierto “virtual” expuesto en el Centro Cultura Tlatelolco de la Universidad allá por 2018, 2019. Unas cuantas palabras entre padre e hijo son bastantes para comprender, sintiendo en carne propia, las muchas fracturas que enfrentamos (o han enfrentado nuestros padres, abuelos, bisabuelos) al abandonar familia y terruño en busca de trabajo.

La migración es sin duda uno de los temas decisivos en la agenda entre México y Estados Unidos de América. Hasta donde mis modestas luces alcanzan, México está haciendo un muy fino trabajo de orfebrería diplomática para sacar adelante una serie de asuntos que involucran a millones de personas a un lado y otro de la frontera. Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Reyes nos avisan lo siguiente en estas mismas páginas: que ambos mandatarios han hablado telefónicamente en trece ocasiones. Y parece ser que fue positivo el balance de la visita del secretario de Estado, Marco Rubio. El momento exige una atención muy cuidadosa a un ajedrez vivo donde las piezas no siempre siguen las reglas previstas.

En tal contexto se ubica la designación de Juan Carlos Barrón como director del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (cisan) de la Universidad Nacional Autónoma de México. El doctor Barrón es un experto en las complejas relaciones históricas y presentes entre los tres gigantes que conforman el vastísimo macizo de tierra que va del río Suchiate hasta Alaska, Yukón y, de hecho, parte del Polo Norte.

El portal de humanindex de la Coordinación de Humanidades nos indica que el doctor Barrón se encuentra a cargo del proyecto Medios masivos de comunicación en América del Norte: México en el imaginario social estadounidense y canadiense en el área de Estudios Estratégicos del cisan.

Barrón se ha formado en la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Londres y la Universidad de East Anglia. Sus principales líneas de investigación son el análisis estratégico del sistema mediático y ciberespacio de América del Norte y la sociocibernética crítica, interacción social transnacional en plataformas digitales.

Digna de buena de salud y de saludo será siempre la relación entre la academia de investigaciones disciplinarias, interdisciplinarias, multidisciplinarias, y los ámbitos de decisiones políticas en los distintos órdenes de gobierno y poderes de la Unión.

Hoy buena parte del poder político transita por el manejo e incluso el control de las redes sociales (no es casual que ahora mismo en Nepal se produzcan dolorosas revueltas para defenderlas cuando se prohíben). Contar con especialistas en los muchos matices y ramificaciones acerca de este tema resultará muy valioso para la comprensión de una médula del mundo contemporáneo.

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