La aviación es un pilar fundamental para el desarrollo económico de cualquier país. Facilita el comercio, el turismo, la conectividad y la inversión extranjera. México, por su ubicación geográfica estratégica entre América del Norte, América Latina y Europa, tiene el potencial de convertirse en un hub aéreo de clase mundial. Sin embargo, pese a avances notables, aún enfrenta diversos retos estructurales y operativos que limitan su competitividad en la industria de la aviación global.
Por lo que refiere a la infraestructura aeroportuaria nacional, uno de los principales obstáculos ha sido la falta de instalaciones suficientes y modernas. La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) dejó al país con una grave limitación en su capacidad para atender la creciente demanda aérea. El actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) opera por encima de su capacidad, con deficiencias estructurales, operativas y de mantenimiento.
El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), aunque moderno, todavía no alcanza una operación significativa debido a su ubicación, conectividad terrestre limitada y baja demanda. Para ser más competitivo, México necesita un sistema aeroportuario nacional que funcione de forma integrada, con inversiones en conectividad multimodal (carretera, ferroviaria y urbana) y tecnología de punta.
Adicionalmente, es importante recalcar que la industria aérea necesita certidumbre a partir del establecimiento de políticas públicas claras y sostenibles. Nuestro país, ha enfrentado constantes cambios en las políticas públicas relacionadas con la aviación, desde la regulación del espacio aéreo hasta decisiones unilaterales que han afectado la seguridad operacional. La degradación a Categoría 2 por parte de la FAA de Estados Unidos (recuperada en 2023) evidenció debilidades regulatorias y operativas que deben corregirse de fondo.
Para avanzar, es imprescindible una política aeronáutica de Estado a largo plazo, alineada con estándares internacionales, que fomente la inversión, garantice seguridad y promueva la conectividad regional e internacional.
Otro factor clave es el capital humano. La industria aeronáutica nacional, cuenta con personal capacitado, pero se necesita ampliar la formación técnica, especializada y bilingüe en todas las áreas de la aviación: pilotos, controladores aéreos, ingenieros aeronáuticos, técnicos de mantenimiento y personal de seguridad aérea. La creación de más centros de formación de clase mundial y alianzas con universidades e instituciones internacionales es fundamental.
En territorio mexicano, ha florecido un creciente sector de maquila aeroespacial, especialmente en estados como Querétaro, Baja California y Chihuahua. Sin embargo, falta una mayor articulación entre la industria de aviación comercial, la manufactura aeroespacial y los planes de desarrollo estatal, regional y nacional.
Por lo que refiere a la aviación de carga, sigue estando subdesarrollada frente a su potencial. Con tratados como el T-MEC y el nearshoring, México podría convertirse en un punto logístico clave si invierte en hubs de carga y simplifica la normativa aduanera y de logística aérea.
Tema no menos importante se enfoca en atender los criterios de sostenibilidad energética; la presión global por reducir las emisiones de carbono en la aviación es cada vez mayor. A partir de la implementación de políticas públicas de Estado en la materia, esta industria nacional debe sumarse activamente a la transición hacia una aviación más sostenible, incentivando el uso de combustibles sostenibles (SAF), renovación de flotas, modernización de procedimientos de navegación aérea y la implementación de tecnologías verdes en aeropuertos.
México tiene lo más difícil: ubicación estratégica privilegiada, un mercado interno robusto, vocación turística y tratados comerciales clave. Pero necesita despegar con rumbo claro. Para lograrlo, debe invertir, profesionalizar, planificar y comprometerse con estándares internacionales. Este sector puede convertirse en un pilar fundamental para el crecimiento de nuestro país en diferentes áreas. Se podría dar la oportunidad a la creación de miles de nuevos empleos de calidad, bien remunerados; se fortalecería la investigación y el desarrollo tecnológico del sector a nivel nacional, se impulsaría el turismo y la conexión aeroportuaria regional e internacional; se tendría un sistema de transporte aéreo competitivo, claro y equilibrado con diversidad de tarfias y opciones de servicio en beneficio de los usuarios. Solo así podrá posicionarse como un referente aéreo regional y global en las próximas décadas.
La industria aérea mexicana no necesita alas: las tiene. Lo que falta es una torre de control que sepa hacia dónde dirigir el vuelo.