La reciente decisión del Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT) de cancelar 13 rutas desde la Ciudad de México y prohibir el transporte de carga entre el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y EE.UU., representa un golpe directo al corazón de la aviación mexicana, siendo el mayor choque regulatorio bilateral en más de una década. Además, congela cualquier nueva ruta o aumento de frecuencias desde el AICM y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), debilitando el crecimiento del sector aéreo nacional justo en el inicio de la temporada alta para el sector y en vísperas de la celebración de la Copa Mundialista de Fútbol.

El detonante es grave: presuntas violaciones al acuerdo bilateral de transporte aéreo firmado en 2015, derivadas de decisiones unilaterales del gobierno mexicano sobre la operación y reasignación de slots, y el traslado forzoso de carga al AIFA. Estados Unidos responde ahora con una sanción que, si no se corrige pronto, puede escalar hacia una prohibición total de operaciones combinadas (pasajeros + carga).

El corredor México-EU moviliza decenas de millones de pasajeros al año: sólo en el periodo enero-abril de 2025 se registraron 14.2 millones, ligeramente por arriba del mismo periodo de 2024, confirmando su condición de mercado “ancla” para las líneas aéreas mexicanas. A escala total, México transportó 119.9 millones de pasajeros en 2024 (nacional e internacional) y 118.9 millones en 2023. Cualquier restricción en AICM/AIFA erosiona ese crecimiento.

México depende de este mercado para sostener miles de empleos directos e indirectos. Cancelaciones y congelamientos en el principal hub internacional de nuestro país, reducen horas de vuelo, utilización de flota y necesidades de tripulación, presionando acuerdos laborales y programaciones. Ya veíamos ajustes recientes en la industria: Viva Aerobus recortó pilotos y sobrecargos en agosto por desaceleración de demanda; este impacto puede extender medidas similares a otras operadoras y a servicios de tierra (mantenimiento, operaciones, seguridad y catering).  Este veto amenaza no solo empleos de pilotos y sobrecargos, sino también a la cadena logística, a las exportaciones de alto valor y al turismo internacional.

El gobierno mexicano ha señalado que la aviación aporta alrededor del 4.5 % del Producto Interno Bruto y genera 1.4 millones de empleos, entre directos e indirectos en su ecosistema ampliado. Adicionalmente, es motor del crecimiento, la inversión y la conectividad nacional. En particular, el puente aéreo con EE.UU., es un habilitador de inversión, turismo y cadenas de suministro, elementos de alto impacto en el tablero económico mexicano. Congelar crecimiento desde el AICM, aeropuerto que concentra el tráfico internacional del país, retrae la oferta, encarece tarifas (sobre todo en mercados donde las aerolíneas mexicanas equilibraban a las estadounidenses) y reduce elasticidades de demanda turística y de negocios. Todos salimos perjudicados: usuarios, trabajadores e inversionistas.

Si el gobierno no actúa rápido, México corre el riesgo de perder competitividad y empleo calificado en un sector clave para el nearshoring y el comercio bilateral. El tema no es un asunto menor y requiere atención urgente, decidida y calificada por parte de las autoridades de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes así como de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC).

Frente a este horizonte turbulento, el plan de vuelo recomendado sería: 1) Restablecer de inmediato el cumplimiento del Acuerdo Bilateral de 2015, garantizando condiciones de reciprocidad y transparencia en la asignación de slots; 2) Restituir certidumbre regulatoria y operativa en el AICM mediante un gestor independiente, conforme a normas internacionales; 3) Negociar con el DOT una suspensión temporal de sanciones mientras se implementan correctivos verificables; 4) Proteger el empleo y la productividad del sector con medidas de contingencia y, 5) Promoción del diálogo social con todos los actores involucrados, escuchando necesidades así como propuestas técnicas y financieras de ejecución en el corto plazo.

México no puede permitirse un conflicto prolongado con su principal socio aéreo. Cada día sin solución significa menos conectividad, menos carga, menos crecimiento. Muchas voces expertas como la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) y la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-servytur) han levantado la voz advirtiendo las graves afectaciones económicas y de movilidad que esta decisión conlleva, es momento de escucharlas, ya que la aviación mexicana necesita una respuesta inmediata, técnica y responsable. Basta de ambigüedades e improvisaciones fallidas.

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