Desde hace doce años, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) ha hecho todo lo que ha podido para detener la guerra contra las drogas, impedir el crecimiento del militarismo y por acompañar a los cientos de miles de víctimas que la violencia criminal y del Estado ha dejado a su paso. Por desgracia, como lo manifiesta hoy el propio MPJD, a pesar de sus esfuerzos, los gobiernos del PAN, PRI y Morena, han respondido con su desprecio y simulación, reflejado en más de 350 mil asesinatos y más de 115 mil desapariciones, números que rebasan los de países en guerra y que se mantienen en una impunidad casi absoluta. Doce años de infierno.
El MPJD, surgido tras la masacre de siete personas en el estado de Morelos, entre las que se encontraba Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del poeta Javier Sicilia, realizó caravanas por todo México y los Estados Unidos en sus primeros años, tras su paso por el país dejó una estela de esperanza que permitió la creación de decenas de colectivos de víctimas que hasta el día de hoy siguen luchando; logró, a través del diálogo y la incidencia pública, la Ley General de Víctimas, una política que pese a las trabas y la falta de presupuesto, es la mejor legislación que pudo crearse y que obliga a todas las instituciones del país a atender a todas aquellas personas que sufren los azotes de una tormenta que parece interminable.
En doce años el MPJD ha visibilizado a las víctimas como sujetos activos que buscan la verdad, la justicia y la paz –con, sin apoyo o a pesar del Estado– y, con autoridad moral, ha tenido el valor de decir en su cara a políticos y criminales que todos, llámense gobiernos, partidos, poderes fácticos o carteles, son los responsables de haber convertido al país en una inmensa fosa clandestina.
A diferencia de otros aniversarios, el MPJD no dirige este año su pronunciamiento al Estado, sus gobiernos y partidos. Esta vez, lo hacen a lo que ellos llaman la reserva moral del país, conformada por todas las mujeres que resisten la violencia extrema del patriarcado, le hablan a las comunidades indígenas en resistencia que defienden su vida y territorios, honran y enaltecen la lucha de los colectivos de víctimas que no se rinden ante la injusticia, agradecen a las universidades que solidariamente y con sus saberes acompañan a todas estas resistencias.
Sabiendo bien, que la paz, la justicia y la dignidad no provendrá de ningún político del régimen o de la oposición, que tampoco vendrá de un proceso electoral y mucho menos de un Estado contraproductivo, inoperante y criminal como el que hoy nos gobierna. Cansado de hablarle al Presidente López Obrador, esta vez el Movimiento por la Paz le da la espalda y lo ignora como él lo ha hecho con las víctimas desde que asumió la Presidencia.
El MPJD, como desde hace doce años, apuesta por un cambio y una transformación surgida desde esta reserva moral, desde estas resistencias que viven en los márgenes de la política de partidos, desde las resistencias civiles y pacíficas que están tratando de unir a una nación rota y profundamente polarizada. De manera humilde y realista, el MPJD acepta que, a pesar de sus esfuerzos, hoy no tiene la fuerza de incidencia para convocar a uno o varios diálogos, ni para movilizarse o diseñar un plan común.
Llamando a los pilares de la dignidad –a las feministas, víctimas, defensores de derechos humanos, pueblos originarios y universidades– a formar una coalición y establecer una agenda de resistencia para impedir que las élites políticas, económicas y criminales, sigan con esta guerra contra las drogas, profundamente militarista y violadora de derechos humanos. El MPJD, asumirá esta agenda de resistencia.
Contra todo, el MPJD después de doce años sigue en pie. Convencido de que las víctimas, las mujeres, los pueblos, las y los estudiantes y activistas y todas y todos nosotros nos merecemos un país en paz.
Gracias MPJD por luchar todo este tiempo, gracias querido Javier Sicilia.
