“Se supone que la política es la segunda profesión más antigua de la Tierra. He llegado a la conclusión de que guarda una gran semejanza con la primera”, diría Ronald Reagan, una declaración celebrada quizá hacia los años 80 que ahora generaría escozor entre la sociedad sensible, no estaba muy equivocado Reagan. La senda hacia el poder y el gobierno, en prácticamente todos los países, se traza a través de la institución pública conocida como partido político; y así: en el paisaje de América Latina se dibuja una narrativa preocupante marcada por la desafección política, esa desconexión entre la ciudadanía y los gobernantes.
En México, la desafección se manifiesta como una respuesta al distanciamiento entre las expectativas ciudadanas y la realidad del pluralismo electoral, según lo comenta el académico Guillem Compte Nunes. Hoy, por cierto, el régimen democrático mexicano enfrenta críticas duras por su deficiente desempeño, generando una crisis de confianza nacional. La desafección se ha convertido en una etiqueta para describir el distanciamiento de la democracia, por decir lo menos, especialmente entre los jóvenes. Las palabras que designan a un mal político dilapidan a otros tantos sin que formen parte del problema de corrupción o de inoperatividad social que representan. La política se percibe como partidista y corrupta, y los jóvenes mexicanos contrastan la democracia idealizada con la democracia cotidiana que consideran simulada.
Los resultados del Latinobarómetro 2023 nos proporcionan una visión impactante del rechazo político en México, evidenciando una desaprobación del 62 por ciento hacia los partidos políticos. Estos datos destacan el desafío democrático que enfrentamos donde la desafección actúa como una barrera significativa entre la ciudadanía y la participación política plena. En este contexto, la restauración de la confianza ciudadana se presenta como una tarea imperativa. Este proceso requiere una reconexión auténtica con las expectativas de la sociedad, especialmente en lo que respecta al manejo de un discurso político veraz.
En la actualidad, cuando se menciona, por ejemplo, la denominada alianza PRIAN (PRI, PAN, PRD), comúnmente se argumenta que esta coalición es la menos coherente y funcional para impulsar propuestas ciudadanas significativas. Es innegable que a lo largo de su historia, los partidos han acumulado prácticas incoherentes que los ciudadanos, con justa razón, hoy les reprochan. Sin embargo, es crucial subrayar la necesidad de una evaluación exhaustiva del desempeño de los partidos políticos, para brindarles la oportunidad de una redención frente a la ciudadanía. Se deben renovar ambas cámaras de inmediato.
Los ciudadanos que buscan participar en la política nacional rara vez logran acceder al entramado institucional por la vía independiente. En este sentido, los profesionales de la política, deben abrirse al contexto ciudadano y nutrirse de propuestas ejecutables; y en un momento donde la descomposición política partidaria en México alcanza niveles extremos, es imperativo que tanto la clase política como los ciudadanos construyan puentes de coincidencias para sacar al país del discurso democrático y rancio que, lamentablemente, ha perdido significado.
La revisión de las prácticas políticas debe ir más allá de la retórica y conducir a acciones tangibles que reflejen un compromiso real con el bienestar de la sociedad. Una forma de lograr esto, es: llamar a cuentas a los gobernantes y, en caso de que no cumplan con sus labores legislativas, negarles la posibilidad de la continuidad. A la fecha un 94% de diputados buscan la reelección en el 2024. Un primer paso para que los partidos limpiaran su nombre sería cortar de tajo con las cuotas partidistas en las cámaras.
Estamos el momento de superar la inercia y trabajar juntos para construir una política más auténtica y representativa. El 2018 se presume como el gran momento democrático de México en el siglo XXI, pues bien, en cada sexenio debería darse ese gran giro democrático que fortalezca a la sociedad en lugar de quebrantarla. Hay que quitarle a la política y políticos el estigma del oficio más viejo del mundo.
Alberto Capella
Exsecretario de Seguridad
Fundador de AC Consultores