Guanajuato se encuentra actualmente inmerso en una crisis de seguridad que ha ensombrecido su belleza y ha sembrado el temor en sus habitantes. Sin embargo, a pesar de los desafíos que enfrenta, hay esperanza. La solución a los problemas que aquejan a este estado mexicano no es una quimera inalcanzable, sino una meta que puede lograrse con determinación y acción colectiva. Es crucial reconocer que la sociedad guanajuatense no ha sucumbido ante la maldad de los grupos criminales. A diferencia de otras regiones, en el estado prevalece un nivel de moralidad que distingue entre lo correcto y lo incorrecto. Esta conciencia colectiva es un activo invaluable en la lucha contra la violencia y el crimen organizado.
Entonces, ¿qué se necesita para cambiar el rumbo de Guanajuato y en todo el caso el rumbo del país? La respuesta radica en tres pilares fundamentales: la voluntad política, la participación ciudadana y las transformaciones institucionales. Es imperativo que las autoridades demuestren un compromiso real para enfrentar estos desafíos, respaldadas por el apoyo activo de la ciudadanía a través de mecanismos de contraloría social. Es hora de alzar la voz, de exigir resultados y de rechazar la normalización de la violencia.
No obstante, el cambio no puede limitarse a meras reformas institucionales. Es crucial revitalizar el espíritu policial, infundiendo en los agentes un sentido de propósito y sacrificio por el bien común. Los policías no solo necesitan un salario digno, sino también el reconocimiento, y reparo en esto, y la admiración de la sociedad a la que juraron proteger. Deben ser vistos como héroes urbanos, dispuestos a arriesgar sus vidas por el bienestar de todos. Guanajuato cuenta con un nutrido cuerpo policiaco capaz de dar un ejemplo nacional.
Lamentablemente, el discurso político ha secuestrado el tema de la seguridad durante décadas, convirtiéndolo en un arma de manipulación y división. Esta tragedia ha socavado la integridad de las instituciones y ha minado la confianza en el Estado. Es hora de dejar de lado las agendas partidistas y priorizar la seguridad de todos los ciudadanos.
El narcotráfico ha dejado una marca profunda tanto en Guanajuato como en el resto de México, alimentando la violencia y el caos. Es crucial desmantelar las redes criminales y erradicar las actividades ilícitas que han sumido, por ejemplo, al estado en la oscuridad. Sin embargo, esto solo puede lograrse mediante un enfoque integral que aborde las causas subyacentes del problema.
La sociedad guanajuatense también desempeña un papel crucial en esta lucha. Es necesario promover una cultura de paz y respeto por la ley, alejando a las nuevas generaciones de la glorificación del crimen y la violencia, es decir intentando eliminar el remedo de culturas de diversos estados de la nación. Solo mediante el fortalecimiento del tejido social y el apego a los valores éticos se podrá construir un futuro seguro y próspero para todos.
Entiendo si ante estas palabras la duda fundamental es el ¿cómo? Que va ligado a una derrota a priori como lo apuntan varios “especialistas”. No obstante, no se trata aquí de dar a conocer las estrategias pero sí puedo asegurar que bajo las condiciones ideales, así como que he dicho que debemos yucatanizar a México, pronto hablaríamos de un modelo de seguridad basado en el trabajo constante de las instituciones guanajuatenses.